La esperanza de una solución diplomática a la crisis de Ucrania, la peor entre el Este y el Oeste desde el final de la Guerra Fría, se perfilaba este miércoles tras el anuncio de próximas discusiones cuadripartitas.

Mientras tanto, en el terreno continuaba la tensión entre separatistas prorrusos y nacionalistas ucranianos en las regiones rusohablantes del este de Ucrania.

Representantes de Estados Unidos, Rusia, Ucrania y la Unión Europea se reunirán la próxima semana en una ciudad europea aún no precisada para tratar de buscar una salida a la crisis.

El secretario de Estado norteamericano John Kerry, quien acusó a Rusia de haber enviado “provocadores y agentes” para crear “caos” en el este rusohablante de Ucrania, en donde manifestantes prorrusos tomaron desde el domingo el control de edificios públicos en tres ciudades principales, propuso esta reunión cuadripartita.

Moscú se mostró dispuesto a considerar dichas negociaciones, pero quiere que los prorrusos estén representados.

Tras una conversación telefónica con el ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov sobre los “inquietantes acontecimientos” en Ucrania, la jefa de la diplomacia europea Catherine Ashton anunció el martes que participará “la semana próxima” en una reunión con Lavrov, Kerry y el ministro ucraniano de Exteriores Andrei Deshchitsa.

Una fuente de la cancillería rusa confirmó el miércoles el encuentro “a finales de la próxima semana en una ciudad europea”.

En el terreno la situación seguía siendo tensa. Separatistas prorrusos, calificados de “terroristas y criminales” por las autoridades proeuropeas de Kiev, seguían atrincherados en edificios públicos en varias ciudades del este, exigiendo la celebración de referendos sobre una “federalización” de Ucrania o sobre la anexión de estas regiones a la vecina Rusia.

Pero en señal de apaciguamiento, 56 de los 60 “rehenes” retenidos por activistas prorrusos en la sede local de los servicios de seguridad ucranianos (SBU) en Lugansk, en el este de Ucrania, fueron liberados el martes por la noche, tras haber permitido a diputados acceder a los locales para negociar. Las negociaciones continuaban el miércoles por la mañana.

BATES DE BÉISBOL

Por otra parte, activistas prorrusos seguían ocupando el miércoles los edificios de la administración regional de Donetsk, ciudad de origen del destituido presidente prorruso Viktor Yanukovich, en donde proclamaron una “república soberana”.

Pero fuera de su “sede central”, rodeada de barricadas de adoquines y neumáticos listos a ser quemados, los manifestantes, enmascarados y armados con cócteles molotov o bates de béisbol, no controlaban gran cosa, constató la AFP. Fueron desalojados de los locales del SBU en esta misma ciudad y de la administración regional en Jarkov durante una “operación antiterrorista” tras la cual 70 personas fueron arrestadas.

Violentos enfrentamientos con lanzamientos de piedras y cócteles molotov tuvieron lugar durante varios días en Jarkov, una ciudad de 1,5 millones de habitantes, a unos 50kilómetros de la frontera con Rusia.

Pero el gobierno interino de Kiev hizo todo lo posible para evitar víctimas, incluso dejando a veces el campo libre a los manifestantes.

Estos desórdenes levantan temores de que se repita el escenario de Crimea, una península ucraniana del Mar Negro que votó su anexión a Rusia en marzo en un referéndum no reconocido por Kiev ni por Occidente.

Las autoridades interinas ucranianas, en el poder desde la destitución a finales de febrero de Yanukovich, acusan a Moscú de querer “desmembrar” el país y boicotear las elecciones presidenciales previstas para el 25 de mayo. Aún más si se toma en cuenta que los favoritos de estos comicios son candidatos proeuropeos.

El presidente ruso, Vladimir Putin, que se comprometió a proteger “a cualquier precio” a la población rusohablante de la ex Unión Soviética, desplegó en su frontera con Ucrania a unos 40.000 hombres, aumentando el temor de una invasión.

Estados Unidos, Europa y la OTAN advirtieron a Moscú contra una intervención en Ucrania, evocan amenazas de nuevas sanciones económicas.

Pero Moscú, aunque se ha visto económicamente afectado por esta crisis, con malas previsiones de crecimiento y fugas de capitales superiores a los 50.000 millones de dólares en el primer trimestre, parece determinado a lanzar una guerra del gas contra su vecino.

El presidente Putin reunía el miércoles a su gobierno para examinar las relaciones económicas con Ucrania, después de que Moscú anunciara la semana pasada un aumento del 80% en el precio del suministro de gas a Ucrania.