Duermes plácidamente pero una sensación molesta en las pantorrillas no te deja caer en un sueño profundo, una especie de cosquilleo que sólo parece aliviarse cuando comienzas a mover tus piernas. Si esta situación te es familiar, podrías estar frente al denominado síndrome de la piernas inquietas.

Se trata de un padecimiento que sufren tanto niños como adultos, y que si bien no tiene una causa conocida, tiene como principal factor el estrés según publica la National Library of Medicine, dependiente del National Institutes of Health (NIH) de Estados Unidos.

Y si bien se sabe que este síndrome se transmite a los hijos, aún se desconoce el gen defectuoso.

Pero además, hay personas que son más proclives a presentar este síndrome, como por ejemplo quienes presenten enfermedades como diabetes, Mal de Parkinson, alguna afección renal, Neuropatía periférica, así como mujeres que estén embarazadas.

Aunque es un síndrome que no representa riesgo vital alguno y tampoco es signo de algún otro problema serio, las molestias terminan afectando la calidad de vida ante la imposibilidad de lograr descansar correctamente, pudiendo incluso terminar en insomnio.

¿CÓMO SABER SI SUFRO DEL SÍNDROME?

De acuerdo a los especialistas, este síndrome concentra sus molestias principalmente entre las rodillas y los tobillos, como hormigueos, dolor y ardor; y que pueden durar hasta una hora.

Pero no siempre ocurre de noche, sino que también hay casos en que las molestias aparecen al estar mucho tiempo sentado. Como así también, el síndrome puede presentarse en otras extremidades como los brazos, muslos o en los pies.

Y como es común, la primera reacción será mover la extremidad que presente molestias para aliviarse, lo que evidentemente provoca trastornos en el sueño.

SÍNDROME SIN CURA

Hasta el momento no existe una cura para este síndrome, sin embargo existen tratamientos que permiten aliviar los síntomas y que están orientados fundamentalmente a reducir el estrés y ayudar a relajar la musculatura.

En ese sentido, las principales recomendaciones apuntan a sesiones de masajes, ejercicios de estiramiento suave y baños calientes.

Si el problema es sostenido, también los médicos echan mano de medicamentos relajantes como complemento, así como sedantes si el síndrome ha provocado insomnio.