Miles de peruanos marcharon este jueves por las principales calles de Lima contra la inseguridad ciudadana y la violencia, en tanto reclamaron paz y respeto a la vida.

La movilización, que se inició en Campo de Marte y culminó en la Plaza San Martín, a unos 500 metros de Palacio de Gobierno, reunió a organizaciones civiles, de derechos humanos, centrales sindicales, y a los gremios de periodistas y estudiantes.

“No más violencia”, “Por la vida y la paz”, “El Perú unido exige seguridad ciudadana”, podía leerse en las pancartas de la marcha encabezada por el obispo Luis Bambarén; la alcaldesa de Lima, Susana Villarán; y el secretario general de la Confederación General de Trabajadores, Mario Huamán.

“No vamos aceptar chantaje, luchemos contra el miedo”, dijo Villarán tras pedirle al presidente Ollanta Humala que “se ponga al frente contra la inseguridad ciudadana”.

Señaló que el objetivo de la marcha era exigir medidas concretas que permitan detener la ola de crímenes.

Huamán dijo por su parte que “los peruanos debemos estar unidos para pedir el respeto al derecho a la vida y al gobierno que tome acciones para detener la ola de violencia y de extorsiones”.

La secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Rocío Silva Santisteban, sostuvo que es necesario acabar con la corrupción en algunos gobiernos regionales, en la policía y en la fiscalía, pues avalan la impunidad de delincuentes y sicarios.

“Debemos hacer un pacto nacional contra la delincuencia y el crimen organizado”, lanzó a su vez monseñor Bambarén.

Una encuesta de la firma Ipsos Perú de enero indicó que pese a las mejoras económicas en el país, el 89% de los peruanos se siente inseguro al salir de sus casas.

Expertos en seguridad alertaron hace meses que el sicariato se ha convertido en una modalidad de asesinato común en Perú e incluso los sicarios ofrecen encubiertos sus servicios en avisos por internet.

En las primeras siete semanas de 2014, los sicarios cometieron 13 asesinatos solo en Lima, según un registro policial, el cual no contabiliza los crímenes ocurridos en ciudades del norte como Trujillo y Chiclayo, donde grupos de pistoleros actúan desde hace tiempo.