Es un impulso que pocos podemos controlar y que cuando sucede es muy difícil de esconder. Puede pasarnos mientras conversamos con alguien, en una reunión, en la sala de clases y cuando estamos por dormirnos. Pero eso no queda ahí, ya que puede contagiarse rápidamente con las otras personas, generando una reacción en cadena de nada más que… bostezos.

Ante este escenario pareciera ser que hay una “transmisión” de esta acción, y que según la ciencia, afecta al 60% de la población mundial, que sucedería gracias al instinto, conforme a nuestra tendencia de imitar a los otros.

Una de las teorías indica que sería una especie de contagio por empatía, que apunta a que el bostezo es un mecanismo para compartir emociones, sin embargo, el neurólogo y académico de la Universidad Mayor, Carlos Aguilera, indicó en Expreso Bío Bío que los bostezos aún no tiene una explicación definida. “Se tiene información de que vienen de una etapa ontológica muy antigua, donde el hombre de las cavernas ya bostezaba”, aseguró.

Aguilera señaló que se podría atribuir esta acción a la necesidad de una mayor irrigación de sangre al cerebro, y que el hecho de contraer la musculatura cervical provocaría un movimiento en las estructuras vasculares para mejorar la circulación.

“El contagio es mucho más frecuente si se hace con una persona cercana que con personas extrañas. Con ellas hay pocas probabilidades de ‘contagio’”, dijo el médico, quien también detalló que en el ámbito de la neurología lo han visto en enfermos con diversos síndromes que si bien no pueden moverse del cuello para abajo y no pueden hablar, conservan este reflejo.

“Lo vemos en pacientes que se recuperan de la anestesia, de la sedación”, afirmó, indicando que hay personas que tratan de evitarlo porque no se ve elegante, pero es una manifestación corporal que no debería intentar reprimir.

¿Te ha dado por bostezar mientras lees este artículo? Entérate de más detalles en la entrevista realizada por Scarleth Cárdenas y Patricio Cuevas, en Expreso Bío Bío: