El presidente Barack Obama será recibido este jueves por primera vez por el papa Francisco en el Vaticano, con quien comparte el credo de la reducción de las desigualdades, y es muy popular en EEUU, por lo que espera que este encuentro redunde en beneficio de su política interior e internacional.

Esta entrevista entre las dos personas más seguidas en las redes sociales en internet será para el presidente estadounidense un apreciado paréntesis en medio de una delicada gira por Europa y Arabia Saudí, dominada por la crisis ucraniana y las negociaciones nucleares respecto a Irán.

Obama dijo que llega “para escuchar al papa, cuyo pensamiento es precioso para comprender cómo ganarle el desafío a la pobreza”, según extractos de una entrevista publicada este jueves por el Corriere della Sera.

En la escala italiana de su visita, Obama se encontrará con el jefe del gobierno italiano Matteo Renzi y con el presidente Giorgio Napolitano, sin olvidar una casi inevitable visita a la Roma histórica, concretamente al Coliseo.

Las relaciones entre Italia y Estados Unidos son estrechas, incluso aunque Roma tiene una actitud diferente respecto a la crisis en Ucrania, puesto que tiene particulares lazos económicos con Moscú.

Aliados contra las desigualdades

En el Vaticano, según la Casa Blanca, el máximo dirigente estadounidense discutira con Francisco sobre “su compromiso común en el combate contra el aumento de las desigualdades”, un ‘leitmotiv’ de Obama.

Éste desea “escuchar al papa hablar de lo que intenta hacer en el mundo y expresarle su admiración”, indicó el miércoles Ben Rhodes, consejero adjunto de seguridad internacional de la Casa Blanca.

La crisis en Medio Oriente, el Medio Ambiente, la inmigración entre América Latina y su país también serán temas abordados en la reunión.

Para Jeremy Shapiro, del Instituto Brookings de Washington, Obama busca “aprovechar el aura del nuevo papa”. En su opinión, no se trata “realmente de una etapa (de su viaje) consagrada a la política exterior”, inclusive aunque el Vaticano está de regreso en la escena diplomática mundial gracias al papa argentino, sobre todo en lo que concierne a la crisis en Siria, en que se opuso a una intervención estadounidense en setiembre pasado.

En momentos en que las desigualdades son muy fuertes en Estados Unidos, Obama chocó contra el muro levantado por la mayoría republicana en la Cámara de representantes cuando defendió la idea de aumentar un 25% el salario mínimo federal, o intentó reequilibrar la fiscalidad en beneficio de los hogares modestos.

Obama, protestante, que no solía emplear un lenguaje religioso como varios de sus predecesores, en los últimos años ha reconocido que la fe tiene un lugar importante en su vida y empezó ha reincorporar el tema en sus discursos.

“Me han marcado las declaraciones del papa. No sobre un argumento en particular, sino porque es alguien que encarna las enseñanzas de Cristo”, explicó Obama.

“Necesita el voto católico. Corre el riesgo de perder el Senado”, estima por su parte el vaticanista estadounidense John Allen.

La última vez que el presidente estadounidense estuvo en el Vaticano fue en julio del 2009 para reunirse con Benedicto XVI, el papa que renunció en 2013, y con el que tuvo roces sobre asuntos bioéticos y la ley sobre los gastos públicos para la contracepción.