Las ultimas elecciones presidenciales en Chile se transformaron sin duda en un verdadero bochorno electoral por la alta abstención (58%). Pero la legitimidad del resultado no tiene que ver con la representatividad y eso se ve reflejado en el Cambio de Mando realizado en el Congreso.

Un cambio de mando fiel al estilo Piñera, con errores de protocolo, con atrasos de los mandatarios invitados y hasta con una caída en Cerro Castillo en la alfombra roja. Un Cambio de Mando que para mí también ha sido distinto, pues por primera vez estoy del lado del espectador: coincidió con mis vacaciones y me he dedicado a ver, escuchar y leer desde la visión de un simple ciudadano.

Quizá seria bueno recordar que esta vez la Nueva Mayoría concertacionista ganó, por paliza. Tiene mayoría en la Cámara de Diputados, tiene mayoría en el Senado, tiene más Consejeros Regionales (156), tiene más Alcaldes y también más Concejales.

Es decir, ahora no habrá excusa -en apariencia- para generar los cambios que tanto se han prometido.

Estos datos nos pueden dar un atisbo de lo que ocurre en Chile. Somos un país, querámoslo o no, polarizado y aún, a pesar de que han pasado 40 años, seguimos cargando las secuelas de la dictadura. Todo lo que se relacione con ponchos, quenas y zampoñas es de izquierda, guevarista, allendista, marxista o leninista; mientras todo lo que no esté en ese grupo, es guzmanista o pinochetista. Así las cosas, seguiremos divididos, hasta que se levante un movimiento de verdad de centro, no uno a medias como los que se están creando por estos días.

Quizás matemáticamente, Chile es un país derechista, o la derecha tiene más preferencias individuales que los otros partidos. Esto porque con una simple ecuación de números, podemos decir que DC, PS, PPD, PRSD, PC, (sin contar otros partidos menores), tienen que unir fuerzas para derrotar a dos, UDI y RN.

La nueva patrulla juvenil de la Nueva Mayoría encabezada por Karol Cariola y Camila Vallejos, declaró que en 4 años no se puede hacer todo lo prometido, por lo tanto le pidieron al electorado que no evaluara en este corto tiempo a Michelle Bachelet, parámetro que evidentemente no se aplicó al gobierno de Sebastian Piñera que sí fue mal evaluado por la ciudadanía en las urnas.

En estos últimos días, el Gobierno bombardeó a los medios con la información de sus logros y creo que hasta convencieron. Pero ¿cual fue la razón entonces para que la derrota fuera tan avasalladora?

La derecha no perdió en la urnas: perdió en las calles, perdió en las lunetas de las micros, perdió en los medios, perdió en el marketing. No fue capaz de entregar el mensaje con claridad en 4 años. No fue capaz de posicionar sus logros como parte de la agenda política nacional, por ende los movimientos sociales fueron más fuertes que el aparataje comunicacional del gobierno.

Los intendentes y Gobernadores no tuvieron, en la mayoría de los casos, el liderazgo político suficiente para alinear incluso a los alcaldes de su propio sector con el Gobierno. De muestra lo que ocurrió en Valparaíso y Viña del Mar, donde ambos municipios en manos de la UDI, fueron críticos a la gestión de Sebastián Piñera. Y eso a la larga pasó la cuenta.

Por otro lado, después de Pinochet, Patricio Aylwin hizo de verdad un gobierno de transición. Fue un gobierno austero, nada se hizo al azar, fue estudiado, fue analizado y seguramente Aylwin tuvo en más de una oportunidad el impulso de hacer muchos más cambios, de hacer modificaciones radicales. Pero hábilmente, sabía que hacer o pretender hacer esos cambios radicales sería un riesgo considerando que el país ya venia polarizado. Resultado: un gobierno tranquilo que se dedicó a cimentar un segundo periodo de la Concertación que llegó con Frei.

La contraparte del periodo Piñera fue que, guardando las proporciones, después de 20 años de Concertación, donde la gente estaba cansada y aburrida de las mismas caras, surgió la figura del empresario acaudalado con el ímpetu y el impulso que es característico de los negocios. Se hicieron cambios radicales que quizás no fueron entendidos por la ciudadanía, y esos cambios, que pudieron ser beneficiosos, generaron el estado de shock electoral y el resultado fue que simplemente la gente no le creyó.

Durante 20 años, la Concertación tuvo el tiempo suficiente para preparar políticos gobernantes, lo hicieran bien o mal. Fue el propio Intendente designado de Valparaiso quien antes de este cambio de mando, declaró al Diario El Mercurio ante la demora en los nombramientos del gabinete regional que “tenemos de sobra de donde echar mano; la derecha no”. Gran frase que resume precisamente lo que pasó con la coalición de gobierno.

El modelo que aplica la izquierda o el Partido Comunista, de empoderarse de las bases, de la dirigencia de juntas de vecinos, centros de padres, federaciones de estudiantes, fue seguido por el resto de los partidos y les dio resultado. Cada cierto tiempo salieron rostros nuevos.

¿Qué hizo la Derecha durante esos 20 años? Se enclaustró y se dedicó a ser oposición, sin preparar nuevos rostros. Cuando llegó el momento de hacer el cambio, se encontró con que tenía buenos analistas, quizá buenos parlamentarios, pero no autoridades para gobernar políticamente. Es más, uno de los grandes errores que probablemente cometió la Derecha fue no saber, o no querer, potenciar a quienes podían darle un plus político y cercano al Gobierno.

¿Cuantos ex alcaldes o ex concejales de derecha que tuvieron un gran apoyo popular quedaron fuera de Gobernaciones, Intendencias, o Servicios Públicos? Lugares donde claramente no se necesitan gabinetes “técnicos” sino “políticos”.

Un ejemplo de esto fue San Felipe, donde muchos pensaron que el Gobernador sería el ex alcalde RN Jaime Amar. En Los Andes algunos apostaron por el ex diputado UDI Marcelo Forni para la Gobernación, en Quillota sonó el nombre de Roberto Chahuán, ex alcalde de La Calera para Gobernador de esa Provincia; los tres con un tremendo respaldo popular.

En su lugar se potenció lo técnico en vez de lo político, y las nuevas autoridades tuvieron que perder tiempo precioso para posicionarse en la ciudadanía. Resultado, errores de nombramientos y descontento entre las filas internas, porque -no seamos ingenuos- todo político de derecha esperó 20 años para ser gobierno y optar a algún carguito por ahí, en recompensa a tantos años de oposición, lo que nunca ocurrió.

Finalmente sintieron que habían sido desplazados y se marginaron de las decisiones políticas de sus respectivas zonas.

Pero quizá el error mas grave fue el manejo comunicacional. El Gobierno de Piñera jamás supo contar lo que hizo, nunca pudo sacarle provecho político a los aciertos. Quizá pecaron de ser demasiado ingenuos políticamente y pensaron que la ciudadanía sabría hacer la diferencia entre populismo, demagogia, politiquería y gobernabilidad. El equipo comunicacional de Piñera no supo contrarrestar el muro que logró generar la oposición. Nunca pudieron ni supieron llegar con su discurso a la gente, la barrera infranqueable que los hábiles dirigentes políticos opositores establecieron nunca pudo ser derribada.

El cambio de mando de este 11 de marzo dejó esa extraña sensación en las calles, en la ciudadanía, incluso en los medios de comunicación, de que el Gobierno, el Presidente y sus ministros lograron finalmente generar esa cercanía con el pueblo… pero solo paradójicamente en las últimas 24 horas de mandato.

Ahora solo nos resta esperar que tanto la derecha, la izquierda, el centro, los independientes, entiendan que ya estamos cansados de que nos vean como números, como cifras, como votos, como estadísticas y nos comiencen a ver como lo que somos. Los que les pagamos el sueldo, los que sufrimos y pagamos las consecuencias de las malas decisiones que ellos toman.

Francisco Ovalle Reinoso
Radio Bío Bío de Valparaíso