Insurgentes tomaron por asalto este martes el municipio de Samarra, en la provincia de Saladino, 110 km al norte de Bagdad, e hicieron rehenes a varios empleados, según autoridades locales.

Este ataque, el segundo de este tipo en cuatro meses, tiene lugar en momentos en que Irak conoce la mayor ola de violencia desde hace seis años.

“Dos kamikazes que llevaban cinturones de explosivos atacaron el municipio de Samarra y un coche bomba conducido por un kamikaze estalló simultáneamente cerca del edificio”, señaló un oficial de la policía de esa ciudad.

Según otra fuente militar, los dos kamikazes “tienen varios rehenes en el interior del edificio”, donde se produjeron enfrentamientos.

Por el momento se contabilizan 24 heridos, en su mayoría alcanzados por la explosión del coche bomba, indicaron fuentes de seguridad y médicas.

Entre los heridos figura un adjunto del alcalde, indicó una fuente médica.

En diciembre pasado, se había registrado un ataque similar contra la alcaldía de Tikrit, otra ciudad de la provincia de Saladino.

Las fuerzas de seguridad habían logrado liberar a los rehenes, pero un edil y dos policías habían muerto.

La semana siguiente, el 23 de diciembre, dos kamikazes había atacado la sede de la televisión local de Tikrit, matando a cinco periodistas.

La provincia de Saladino incluye también la ciudad de Solimán Bek, situada en la ruta principal que une Bagdad al norte de Irak, donde hubo enfrentamientos entre insurgentes y las fuerzas de seguridad.

Por otra parte, un miliciano de Sahwa, fuerza anti Al Qaida, murió en un ataque en la provincia de Kirkuk, norte de Irak, y un policía murió en otro enfrentamiento en Mosul (norte).

La escalada de la violencia está estimulada por el descontento de la minoría sunita, que se siente marginada por el gobierno del chiita Nuri al Maliki, y por la guerra civil en Siria, que fortalece a los rebeldes sunitas implicados a ambos lados de la frontera.

Desde hace dos meses, combatientes antigubernamentales, entre ellos los yihadistas por Al Qaida, controlan Faluya y sectores de Ramadi, ubicadas respectivamente a 60 km y 100 km al oeste de Bagdad, en la provincia sunita de Al Anbar, fronteriza con Siria.

Los combates provocaron en esa provincia el éxodo de más de 370.000 personas, el mayor desplazamiento de población en Irak desde las violencias religiosas de hace siete años, según la ONU.

Desde comienzos de 2013, Irak registra una sangrienta ola de violencia, la más grave desde el conflicto que opuso a chiitas y sunitas entre 2006 y 2008, tras la invasión estadounidense de 2003.

Desde comienzos del 2014, 1.750 personas murieron víctimas de la violencia, según un balance de la AFP a partir de fuentes médicas y de los servicios de seguridad.