Una prostituta neozelandesa ganó un juicio por daños y perjuicios a causa del acoso sexual por parte del propietario del burdel en el que trabajaba. Esto fue saludado por profesionales del sector, quienes consideran este fallo como un hito histórico.

La sentencia, conocida este sábado, y considerada una “primicia mundial”, ubica a Nueva Zelanda a la vanguardia en la protección de los derechos de las personas dedicadas a la prostitución.

Un tribunal consagrado a los derechos humanos obligó al propietario del budel a indemnizar con 25.000 dólares neozelandeses (unos 12 millones de pesos chilenos) a la trabajadora sexual, de 22 años de edad, a la que sometió a acoso.

En la audiencia en el tribunal, se dijo que el dueño del burdel había afirmado a la mujer que “podía hacer lo que quisiera” con sus empleadas.

El acoso del individuo, un hombre mayor, a su joven empleada duró tres meses, durante los que ella se sintió insegura, deprimida y se dio al alcohol, según explicó el tribunal.

“Las trabajadoras del sexo tienen tanto derecho a la protección contra el acoso sexual como quienes trabajan en otras ocupaciones”, dice parte del fallo.

“El hecho de que una persona sea profesional del sexo no brinda licencia para el acoso sexual. Especialmente por parte del gerente u otros empleados del burdel”, añade.

La coordinadora del Colectivo nacional de prostitutas de Nueva Zelanda, Catherine Healy, subrayó ante la prensa que el país se ha convertido “en líder mundial” en materia de derechos humanos de las trabajadoras sexuales desde que se legalizara la prostitución, en 2003, con esta sentencia. Algo que, en su opinión, nunca habría ocurrido antes de la despenalización de la profesión en el país austral.