Probablemente su entorno más cercano, e incluso él mismo, no alcanzó si quiera a soñar con que amasaría una fortuna tan grande y se alzaría como uno de los desarrolladores de mayor renombre en el mundo cuando paseaba por los humildes barrios de la periférica Kiev soviética.

Sin embargo, un viaje y decisiones que podrían haber parecido apresuradas cambiaron un destino que se mostraba trazado para el de un ucraniano común. Tras embarcarse a Estados Unidos y renunciar a su antiguo trabajo, Jan Koum emprendió el camino a la creación de WhatsApp, aplicación recientemente vendida a Facebook por exorbitantes 19 mil millones de dólares.

Todo partió cuando a los 17 años emigró a norteamérica prácticamente con lo puesto. Allí, junto a su madre, pasaba a diario a retirar las tickets de ayuda alimentaria que se encontraban a su disposición en un centro social cercano. El objetivo era escapar de las tensiones que atravesaba Europa del este y obtener mejores perspectivas laborales, revela la Agencia EFE.

Ingresó a la universidad, y pese a que la dejó, consiguió formar parte de Yahoo, posición que también más tarde abandonó para dar cabida a lo que sería su nuevo proyecto, en compañía de Brian Acton, cofundador de la marca digital.

WhatsApp surge hace 5 años con principios muy ligados a los de Koum, quien valora la sencillez y sobre todo la privacidad; polo completamente opuesto al del siempre atiborrado de novedades Facebook, plataforma que incluso ha sido cuestionada por su manejo de los datos de los usuarios.

Una de las tantas particularidades del ucraniano de 38 años que hoy se alza como referente en el mundo de las aplicaciones. El mismo que prometió no “mercantilizar” WhatsApp y que espera que se respete su deseo, pese a las disposiciones que pudiera tener a futuro el nuevo dueño de su invento y poseedor del coloso Facebook, Mark Zuckerberg.