Cien personas prestarán sus cuerpos a la ciencia como parte de un nuevo estudio hasta ahora inédito que examinará cómo mejorar la salud personal, anunciaron investigadores este viernes.

El proyecto The Hundred Person Wellness (El bienestar de cien personas), que comienza el próximo mes, requerirá un seguimiento detallado de los voluntarios, que se suponen estarán en perfecto estado de salud en el inicio del estudio.

Los científicos comenzarán secuenciando el genoma entero de cada participante. Luego, en los próximos 25 años, tomarán mediciones regulares de sus pautas de sueño, ritmo cardíaco, bacterias del estómago, proteínas que marcan la salud de los órganos, muestras de sangre y actividad de las células inmunológicas, entre otras variables.

“Lo que es único de los humanos es su individualidad”, afirmó Leroy Hood en la conferencia anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés), que se reúne en Chicago hasta el 17 de febrero.

La idea es “realmente seguir la transición del corazón, el cerebro y el hígado desde la salud a la enfermedad”, afirma Hood, presidente del Instituto de Sistemas Biológicos (ISB) con sede en Seattle, Washington (noroeste de EEUU)

El foco del programa piloto de nueve meses, cuyo objetivo es expandirse a 100.000 personas en los próximos cuatro años y continuar su seguimiento durante tres décadas, está puesto en mejorar el bienestar individual tomando como base la constitución única de cada persona.

Medicina personalizada

Hood afirma que los científicos tratarán de buscar “oportunidades de acción para cada individuo”, como por ejemplo, cambiar su nutrición para mejorar su salud o evitar cierto tipo de fármacos potencialmente peligrosos debido a su composición genética.

El instituto de Hood ha presupuestado unos 10.000 dólares por participante y está financiando la investigación a través de donaciones privadas, según un informe aparecido en la revista Nature esta semana y que describió el proyecto como “inusualmente exhaustivo”.

También ha desafiado muchas de las convenciones de los ensayos clínicos por llevarse acabo sin grupos de control con los que comparar los resultados y por plantearse intervenir personalmente con los sujetos a medida que el estudio se desarrolla.

Como ejemplo de cómo una intervención así puede funcionar, Hoods menciona el caso de un amigo que se dio cuenta de repente de que sufría de una grave osteoporosis a los 35 años.

Se realizó un análisis de ADN y descubrió que tenía un defecto grave en uno de los principales transportadores de calcio, relata Hood. Poco después comenzó a tomar suplementos de calcio y ahora se encuentra en buen estado de salud.

“Si uno tiene ese trastorno, le gustaría saberlo antes de desarrollar la osteoporosis”, afirma el investigador.

Las primeras 100 personas seleccionadas para el proyecto han sido elegidas entre “gente local y amigos”, afirmó. Pero se necesitan muchos más representantes de todos los ámbitos de la vida para la nueva fase del estudio, a medida que éste evolucione.

La diversidad es una parte “increíblemente importante de todo esto”, explicó Hood.

Los datos serán anónimos y puestos a disposición de investigadores calificados para que puedan determinar por primera vez qué marca en realidad un buen estado de salud.

Un objetivo clave es recolectar gran cantidad de datos para analizar la transición de bienestar a enfermedad, prestando atención a los primerísimos cambios que puedan indicar una próxima dolencia.

En momentos en que el monitoreo de la salud personal a través de diversos dispostivos electronicos está en pleno auge, Hood predice que los datos de su proyecto serán una bendición para los inversores.

“Va a ser una oportunidad como la de Silicon Valley”, señaló.