Dieciséis policías y soldados murieron en ataques perpetrados durante la noche en Irak, informaron este sábado fuentes médicas y de seguridad.

Los ataques contra el ejército y la policía son frecuentes en este país, y son habitualmente perpetrados por insurgentes sunitas ligados a la red extremista Al Qaida.

El viernes por la noche, cinco soldados perdieron la vida en enfrentamientos con insurgentes en Yurf al Sajr, al sur de Bagdad, mientras que una bomba acabó con la vida de cinco policías en Baifi, al norte de la capital.

En Tikrit, una ciudad multiétnica en el norte de Irak, hombres armados mataron a un coronel de la policía en su domicilio y llevaron a cabo un ataque contra el ejército en una autopista, dejando un saldo de cuatro soldados muertos.

Un capitán de la policía murió cuando trataba de evacuar a su familia de Suleimán-Bek, una localidad situada a 150 km al norte de Bagdad que cayó el jueves en manos de los insurgentes -entre ellos yihadistas de Al Qaida y el Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL)- antes de que las fuerzas iraquíes retomaran el sector el viernes.

La situación en esa ciudad seguía siendo confusa el sábado, cuando un responsable local, Taleb al Bayati, indicó que las fuerzas iraquíes se habían retirado, sin precisar sin embargo si se habían ido porque volvía reinar la calma o si su partida había propiciado el regreso de los insurgentes.

Irak vive desde comienzos de 2013 la peor ola de violencia desde los enfrentamientos confesionales de 2006-2007. Según el gobierno, más de 1.000 personas murieron en el mes de enero.