La Historia nos muestra cómo el codiciado poder ha sido la causa de todas las guerras y todos los abusos. Con un pretexto u otro, las naciones más fuertes han dominado a las más débiles para incrementar su poder.

Pero siempre, cada vez que una nación se convierte en imperio, dominando y subyugando a otras naciones, sólo alcanza a disfrutar de sus victorias por un tiempo, a veces largo, y otras veces corto. Extremadamente corto, como ocurrió con el Imperio Holandés, el Imperio Japonés, y el Imperio Nazi.

Algo les ocurre a esas naciones. De repente se debilitan, se quebrantan, y pasan a ser dominadas por otras que inesperadamente se volvieron poderosas.

Esto fue observando por el reconocido historiador y político británico lord John Acton, quien acuñó la célebre frase que dice: El poder corrompe. Y el poder absoluto corrompe absolutamente.

Toda persona medianamente culta conoce aquella frase. Pero son menos los que recuerdan una frase complementaria del mismo Lord Acton. Es la frase que dice: el dinero ¡es poder!

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