Luciendo una barba espesa y aferrado a una lata de refresco, el náufrago que afirma haber sobrevivido más de un año a la deriva en el Océano Pacífico tras zarpar desde México, llegó este lunes a Majuro, la capital de las Islas Marshall.

Según las declaraciones del náufrago durante su viaje hacia Majuro desde el atolón Ebon, adonde llegó días atrás, su nombre es José Salvador Albarengo, y es originario de El Salvador, aunque vivió al menos 15 años en México antes de comenzar su épico viaje.

Un enfermero tuvo que ayudar al hombre, quien inicialmente había sido identificado sólo como José Iván, para desembarcar por la pasarela de una patrullera de la policía marítima tras un viaje que duró 22 horas desde el remoto atolón coralino de Ebon, al que llegó el jueves de la semana pasada tras haber zarpado desde México a fines de 2012 junto a un compañero desaparecido en el mar, en un pequeña embarcación de fibra de vidrio, de unos 7,3 metros de eslora, cuyos motores se quedaron sin hélices.

Alrededor de 1.000 espectadores se acercaron al muelle donde atracó la lancha patrullera para ver de cerca al náufrago, pelilargo y barbudo con una lata de Coca-Cola en una mano, quien les sonrió y los saludó brevemente antes de ser llevado directamente al hospital de Majuro.

El embajador de Estados Unidos en las Islas Marshall, Thomas Ambruster, ofició como intérprete entre el latinoamericano y las autoridades locales.

“Me dijo que era camaronero y pescador de tiburones”, dijo el embajador. “Se le veía mejor de lo que cabría esperar”, añadió el diplomático haciendo alusión a su estado físico.

Su identidad la había revelado durante el viaje en patrullera desde Ebon, dijo un funcionario del ministerio de Relaciones Exteriores de las Marshall, un vasto archipiélago de Micronesia.

Cuando llegó al pequeño atolón coralino, al sur del grupo de islas, días atrás, fue avistado por dos lugareños quienes lo rescataron. Entonces se veía por completo desorientado, y apenas vestía un calzoncillo hecho jirones.

Al no hablar inglés, la lengua local, el naufrago latinoamericano se comunicó mediante dibujos y gestos con la alcaldesa del lugar, explicando como mejor pudo que sobrevivió comiendo tortugas, aves y peces que atrapaba con sus manos, y que bebía la sangre de primeras cuando no llovía.

Todavía no se conocen detalles de lo ocurrido durante los últimos trece meses. Ya sea las causas de la deriva, y cuándo y cómo murió meses atrás su acompañante al que había mencionado.

El responsable de inmigración de las Islas Marshall, Damien Jacklick, dijo que las autoridades están todavía reuniendo información, y el departamento de Asuntos Exteriores establecerá los contactos necesarios para su repatriación.

“Con la ayuda del embajador estadounidense obtendremos información sobre su familia”, en El Salvador, México y Estados Unidos, señaló el funcionario a la AFP. “Esperemos que la misma sea de ayuda para localizar a su familia”, añadió.

Además, explicó que recién tras el chequeo médico el náufrago será interrogado por la policía local.

Entre México y las Marshall, en Micronesia, un poco al norte del ecuador terrestre, hay más de 12.500 km de distancia. En toda esa extensión del Océano Pacífico prácticamente no existen islas.

En el pasado se han registrado casos similares de supervivencia en alta mar.

El 9 de agosto de 2005, tres pescadores mexicanos partieron de un puerto de la costa del Pacífico en su país y, tras quedarse sin gasolina y averiarse su motor, fueron arrastrados por las corrientes mar adentro.

Más de nueve meses después fueron rescatados por un atunero taiwanés frente a las Islas Marshall. Sobrevivieron comiendo pescado y aves marinas crudas y bebiendo agua de lluvia, que almacenaban en el fondo de su bote, apoyándose moralmente en la lectura de La Biblia.

En 1992, otros dos pescadores de Kiribati, un archipiélago del Pacífico, sobrevivieron 177 días en el mar antes de llegar a Samoa.