El alto nivel de fidelidad que la presidenta electa, Michelle Bachelet, requerirá de sus parlamentarios para concretar su programa de reformas plantea la duda sobre si habrá espacio para los díscolos en la Nueva Mayoría.

En los cuatro gobiernos de la fenecida Concertación, la acción de congresistas del bloque que aunque minoritarios en número, en variadas ocasiones con sus votos derribaron proyectos del ejecutivo se convirtió en un verdadero dolor de cabeza.

Tajante, el presidente del PPD, Jaime Quintana, estimó que en este segundo mandato de Bachelet sencillamente no habrá cabida para los díscolos.

Argumentó que la existencia de un acuerdo político programático que se limita a solo cuatro años, obliga a un compromiso total con las propuestas del gobierno.

Reconocidos díscolos concertacionistas rechazaron la posición del senador Quintana y coincidieron en que no se trata de que los parlamentarios de la Nueva Mayoría se transformen en mero buzón.

El diputado demócrata cristiano Pablo Lorenzini, advirtió que no será un “yesmen”.

El senador del Movimiento Amplio Social, Alejandro Navarro, otro díscolo, manifestó que estos seguirán actuando en el gobierno de la Nueva Mayoría porque -opinó- son necesarios.

“Seré díscolo toda la vida y no voy a cambiar”, concluyó el senador Navarro.