La ONU defendió con firmeza esta martes la exclusión de Irán de las conversaciones de paz por Siria, tras recibir críticas de Rusia y del gobierno de Teherán.

El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, acusó el martes al secretario general de la ONU Ban Ki-moon de haber retirado “bajo presión” su invitación a la conferencia Ginebra II y de esconder las verdaderas razones que lo hicieron dar marcha atrás.

Por su parte, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, consideró un “error” la decisión de la ONU de renunciar a invitar a Irán a la conferencia de paz por Siria que empieza el miércoles en Montreux (Suiza).

Ban mantuvo largas conversaciones con Zarif para negociar un apoyo público de Teherán al comunicado emitido por la conferencia Ginebra del 30 de junio de 2012, en el que las potencias internacionales llamaron a crear un gobierno de transición en Siria como paso para poner fin a la guerra civil en ese país.

En esas conversaciones “hubo un acuerdo verbal que llevó al secretario general a pensar que el mismo derivaría en una declaración escrita”, dijo el portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq.

En cambio, Teherán rechazó el lunes aceptar condiciones para participar de la conferencia de paz, lo que provocó que el jefe de la ONU anulara la invitación.

“El comunicado de Ginebra es la base de estas discusiones (en Ginebra II) y no tendría sentido realmente invitar a participar a alguien que no entiende cuál es la base de las discusiones”, dijo Haq.

Irán, principal aliado regional del régimen sirio, rechazó siempre apoyar el “comunicado de Ginebra”, que llama a la formación de un gobierno de transición con “plenos poderes ejecutivos” y deja entender que el presidente Bashar Al Asad perdería buena parte de sus prerrogativas.

Haq reconoció que varios países que participan en la conferencia “tienen posiciones radicalmente diferentes” sobre el futuro de Siria y el régimen de Asad. “Pero intentamos asegurarnos que al menos están a la medida de negociar de buena fe”.

Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, que desean la salida de Asad, habían condicionado la presencia de Irán en Suiza a que apoyara una transición democrática.