Hay actos repetitivos que nunca se olvidan como andar en bicicleta o en patines, y otros que son tan mecánicos o cotidianos como respirar o caminar a casa sin tener conciencia de en qué esquina doblar. Esto ha sido objeto de investigación por parte de la ciencia, quienes han descubierto dónde se aloja la disciplina.

Según informó Muy Interesante, todas estas acciones están controladas por los ganglios basales, estructura nerviosa que está conectada más que cualquier otra al cerebro.

Sus neuronas son tan expertas en controlar este tipo de actividades, que las realizan casi como en un “piloto automático”. ¿Te imaginas si estuviéramos conscientes todo el tiempo de cada movimiento que debe hacer nuestro cuerpo para respirar, masticar, caminar o hablar?

Años atrás, Ann Graybiel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, estudió cómo se comportan los ganglios basales, y descubrió que éstos son una especie de archivo de movimientos, que actúan automáticamente. En tanto, cuando practicamos algo totalmente nuevo, estas células nerviosas entran en una especie de efervescencia, consumiento un montón de energía. A su vez, se liberan grandes cantidades de dopamina, activándose la corteza para mantenernos concentrados en lo que estamos aprendiendo.

El saber cómo funcionan estos ganglios es muy útil para cuando decidimos aprender hábitos saludables en forma voluntaria. El estudio también reveló que a medida que reiteramos una acción el nivel de “automatización” sube, armando conductas rutinarias controladas rápidamente por el cuerpo.

Finalmente, el tiempo que tardamos en convertir una acción en rutinaria -y hacerla automática-, va desde los 18 a los 254 días, aunque como promedio son 66 los días en que tardamos en “memorizar” una tarea para que se automatice.