El libro de Mónica Seguel relata la historia de una arquitecta que, teniendo que trabajar supervisando una obra en Pichilemu mientras su familia veranea en el norte, se enamora y todo sucumbe acrecentado por el terremoto y maremoto del 2010…

Bien escrito, fácil de leer, entretenido, es un libro que sólo una mujer pudo haber escrito. Su descripción y la forma de adentrarse en la protagonista, dadas por la perspectiva, la manera de abordar los conflictos, pero también algunos detalles perceptivos, sensitivos, son muy femeninos.

Un buen libro –no sólo para el verano- para ver otra perspectiva, en este caso el de una mujer de más de 40 años que se enamora de un extranjero casi 10 años menor poniendo en riesgo su familia, sus hijos, su estabilidad material y social.

Uno de los méritos del libro es plantear de muy buena manera lo que, en un principio, podría ser simplemente una insensatez, una locura del momento. Y el martirio de un buen padre –casi heroico- que nunca renuncia y abandona a su familia, a sus hijos y su mujer.

Un buen libro para adentrarse en una determinada manera de percibir, de sentir, como también de expresar claramente una serie de necesidades afectivas que, en la vida cotidiana, en la rutina diaria, con los compromisos y los deberes y las responsabilidades van quedando relegados. Finalmente es un llamado –de la protagonista- de la necesidad de pareja… (y no sólo o por sobre de un buen padre que “cumple” con esos “deberes” –y no con los otros-).

En lo profundo, y era que no, subyace el fantasma del Príncipe Azul… y la dificultad masculina para cumplir con las expectativas.

El único placer
Mónica Seguel
Editorial Planeta
Octubre de 2013