Pablo Simonetti volvió, luego de varios años, a publicar transformando a La soberbia juventud en uno de los libros chilenos más vendidos del 2013.

¨Por otro lado, Pedro Lemebel obtuvo este año el Premio José Donoso o Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, otorgado por la Universidad de Talca. Además, volvió a ser publicado: Poco hombre. Antolgía de Ediciones UDP, muy bien recibido por la crítica.

Ambos escritores han sido grandes defensores de la condición, del mundo y de la lucha por la inclusión y aceptación de la homosexualidad –con grandes diferencias; recordemos, por ejemplo, que Lemebel hace aparición en escena en los 80, en plena dictadura, con Las Yeguas del Apocalipsis-, han participado de la contingencia y han rozado la política.

El 2013 fue un buen año para los dos. Y vuelven a aportar abriendo a muchos esos mundos –que no son los mismos aunque es posible que en algunos lugares y momentos se toquen- que en general se mantienen ocultos, al margen… rechazados (y marginalizados, en el caso de Lemebel).

Simonetti muestra, en forma que difícilmente podemos discernir si es biográfico o no, el mundo y ambientes de homosexuales ABC1, de clase alta, enfocándose en sus relaciones sentimentales, amorosas y de amistad, y en las dificultades de aceptación de sus pares. Su escritura, sus relatos, presenta con una naturalidad a los personajes –que describe y delinea con maestría- que permite adentrarse en la “humanidad” de éstos, mucho más allá de la homosexualidad. Haciéndolo desde ellos, desde lo que sienten y no desde la racionalidad, desde determinados prejuicios.

Simonetti, con una buena escritura y una historia consistente, permite ver y entender parte del mundo de los homosexuales, ayudando a derribar prejuicios.

Lemebel está en otra arena… y no es la “otra cara de la misma moneda” (de Simonetti, de la homosexualidad). Él se para desde la marginalidad, desde el suburbio, desde la rabia arraigada y refregada de lo popular, de clase, acrecentada y multiplicada por el hecho de ser homosexual, “marica” y tantos otros términos –peyorativos- con los que se los designa y discrimina. Lemebel provoca, interpela en forma directa -grosera para algunos-, desafiante. Lemebel se para desde su orgullo moreno, resistente, agudo e hiriente cuando quiere.

Es posible que, para quienes no los han leído, sea bueno partir por Simonetti para seguir con Lemebel, para así poder tratar de separar entre las diversas discriminaciones –y rabias- que en forma tan notable y “soberbia” exuda el autor de tantas columnas, crónicas y libros como Loco Afán, De perlas y cicatrices o Adiós, mariquita linda.

Después de tanto debate y promesas hacia los homosexuales y leyes que no los discriminen, Lemebel y Simonetti siguen vigentes y marcando pauta. Y el prestigio que han ganado (manteniendo las grandes diferencias y disímiles dificultades que han enfrentado) les permite hablar –escribir- con autoridad sobre el tema, lo que no significa que no falten otras voces, miradas y perspectivas.