Una investigación publicada en la revista Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism determinó que el tomate puede ayudar a aumentar los niveles de una hormona que juega un importante papel en la metabolización de grasas y azúcares, además de reducir el riesgo de cáncer de mama.

“Las ventajas de comer muchos tomates y productos a base de tomate, aunque sea por un corto período, fueron claramente evidentes en nuestros resultados”, señaló la doctora Adana Llanos, profesora asistente de epidemiología en la Universidad de Rutgers (Estados Unidos).

“El consumo de frutas y verduras, que son ricas en nutrientes esenciales, vitaminas, minerales y fitoquímicos como el licopeno, transmiten beneficios significativos”, explicó en declaraciones recogidas por Eurek Alert.

Los investigadores también observaron que el aumento de la adiponectina (hormona que regula el metabolismo) podría ayudar a proteger contra el cáncer de mama.

“Con base en estos datos, creemos que el consumo regular de al menos las porciones diarias recomendadas de frutas y verduras (5) promueve la prevención del cáncer de mama en la población de riesgo”, señaló Llanos.

Para llegar a estas conclusiones, se analizó a 70 mujeres posmenopáusicas con riesgo conocido de sufrir cáncer de mama, es decir, tenían un índice de masa corporal entre 25 y 42 – indicativo de sobrepeso u obesidad- o que tuvieran un familiar de primer grado que padeció la enfermedad.

Las participantes no comieron nada de tomate o productos de soja por dos semanas. Luego consumieron tomates durante 10 semanas y pasaron otras dos semanas sin ingerirlos. Finalmente, consumieron 40 gramos de proteína de soya al día durante 10 semanas.

Concluido el periodo, los investigadores se encontraron con que después de comer tomate los niveles de adiponectina aumentaron un 9%, siendo más fuerte el efecto entre las mujeres con un índice de masa corporal inferior.

En tanto, los niveles de adiponectina parecen disminuir después de que las mujeres comieran productos de soja en 10 semanas.

“No hay una explicación clara para la disminución observada en la adiponectina tras la intervención de soja”, expresaron los autores del estudio.

“Puede ser que los efectos protectores de la soja contra el cáncer de mama se limiten a ciertos subgrupos (por ejemplo, las mujeres asiáticas, cuyo consumo de soja normalmente comienza desde que nacen y que tienen relativamente más bajo índice de masa corporal). También es posible que el mecanismo de protección no implique la adiponectina. Se requieren más estudios para aclarar estos mecanismos”, indicaron.

Por último, los especialistas dijeron que si bien su enfoque en este estudio estuvo en el licopeno de los tomates, es muy posible que otros fitoquímicos en este vegetal también sean beneficiosos.