Al menos 76 personas murieron, entre ellas 28 niños, en el bombardeo más mortífero del ejército del aire sirio sobre barrios rebeldes de Alepo (norte de Siria), mientras que las agencias internacionales advirtieron este lunes de la “peor crisis humanitaria en décadas”.

“La cantidad de mártires que murieron (el domingo en Alepo) en los bombardeos con barriles explosivos es de 76, entre ellos 28 niños menores de 18 años, y cuatro mujeres”, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que basa sus informaciones en una amplia red de activistas y fuentes médicas.

La ONG y militantes aseguran que el régimen de Bashar al Asad utiliza en su guerra contra los insurgentes “barriles de explosivos” fabricados en metal, con una capa de cemento en su interior y llenos de TNT que lanzan desde helicópteros y aviones militares.

Estos barriles no cuentan con un sistema de guía, por lo que son menos precisos, y con ellos “consiguen un máximo de destrucción y de muertos”, explicó el director del OSDH, Rami Abdel Rahman.

La ONG dijo que los ataques afectaron a barrios controlados por los rebeldes, como Haydariyé, Ardh al Hamra o Sajur, aunque no precisó si entre las víctimas había rebeldes.

Según el Centro de Medios de Comunicación de Alepo (CMA), la intensidad de estos ataques contra Alepo, antigua capital económica de Siria, eran “sin precedentes”.

En las imágenes difundidas en internet por los activistas se veían importantes daños en los edificios, mientras excavadoras retiraban escombros para que la gente buscara a supervivientes.

Una fuente de seguridad siria negó la utilización de barriles y afirmó a la AFP que “se lanzaron bombas sobre Alepo, pero los terroristas [como denomina el régimen a los rebeldes] los llaman ‘barriles’”.

“Todas las bolsas de terroristas serán atacadas [...], vamos a destruirlas sin piedad”, afirmó.

Otra fuente de seguridad precisó que el ejército prefiere utilizar estos barriles porque son más baratos que los misiles, que se importan de Rusia.

Alepo se ha visto fuertemente golpeada por los combates entre las tropas leales al régimen y los rebeldes desde el verano de 2012. Los barrios occidentales están mayoritariamente controlados por el régimen de Damasco, y los sectores orientales, por los insurgentes.

En Sueida (sur), la provincia de mayoría druza que permanece relativamente al margen de la violencia, tres oficiales del ejército murieron en un ataque de rebeldes contra un autobús militar.

Toda Siria sufre los enfrentamientos y los bombardeos entre ejército y rebeldes, que han dejado más de 126.000 muertos en 33 meses. En las últimas semanas, el ejército parece haber tomado ventaja al hacerse con el control de varios bastiones rebeldes en las provincias de Alepo y Damasco.

En este contexto, Siria es el mayor desafío humanitario al que se enfrenta la ONU ya que representa el mayor grupo de población que necesita ayuda humanitaria.

La ONU alertó desde Ginebra de que el número de refugiados sirios podría duplicarse para finales de 2014, y alcanzar los 4,1 millones de desplazados en Líbano, Jordania, Turquía, Irak y Egipto, frente a los 2,1 millones de sirios que han huido hasta ahora.

Para ayudar a las víctimas del conflicto, las agencias de la ONU reclamaron a la comunidad internacional 6.500 millones de dólares para 2014, una cantidad récord para un solo país.

Por otro lado, la mitad de los 23 millones de habitantes de Siria viven en “la inseguridad alimentaria”, según el Programa Mundial de Alimentos (PAM), que anunció su intención de alimentar a más de 7 millones de desplazados y refugiados.

“Se trata de la peor crisis humanitaria ocurrida en décadas”, afirmó Muhanad Hadi, coordinador de la ayuda de urgencia de la PAM en Siria.

En enero está prevista una conferencia de paz internacional en Ginebra para encontrar una salida a la situación en Siria.