Una capa de arcilla hizo que el terremoto que sacudió al noreste de Japón en 2011 fuera mucho más devastador ya que actuó de lubrificante entre las placas tectónicas submarinas, generando deslizamientos de hasta 50 metros y constituyéndose como el sismo con el deslizamiento de falla más grande de la historia.

Esta capa de tierra arcillosa o esmectita, de entre 1 y 5 metros de espesor, provocó un movimiento muy rápido de las placas que se deslizaron una sobre otra.

De acuerdo a National Geographic, la segunda peor falla de este tipo se produjo en el terremoto de Valdivia en Chile en 1960, el cual presentó deslizamientos que alcanzaron entre 30 y 40 metros.

Kotaro Ujiie, profesor de la Universidad de Tsukuba que hizo esta constatación, participa en un proyecto científico iniciado inmediatamente después del desastre en Japón. El mismo consistió en perforar las profundidades submarinas desde un barco de prospección, hasta 7000 metros de profundidad desde el suelo marino.

Con esta técnica, los investigadores asociados al proyecto han tomado muestras en el lugar donde las placas se cruzaron.

Han descubierto que cuando la capa de arcilla está presa en sandwich entre capas de rocas impermeables es mucho más resbaladiza debido a la enorme presión sufrida, y su consistencia es casi parecida a la del maquillaje.

Según Kotaro Ujiie, esta capa de esmectita, que se formó con cenizas volcánicas durante un largo periodo de tiempo, inicialmente estaba en la superficie pero poco a poco se fue hundiendo en las entrañas de la tierra con las placas.

Los sismólogos realizan actualmente otras perforaciones submarinas frente a la península de Kii, en el suroeste de Japón, en la fosa de Nankai, donde la placa de Filipinas se desliza bajo la placa Eurásica y donde se teme que se produzca un gigantesco terremoto en un futuro cercano.

Sin embargo, según Ujiie, la falla tectónica de la fosa de Nankai es menos resbaladiza que más al norte de la costa japonesa.

“Bajo la fosa hay una placa relativamente joven que se desliza, pero no ha pasado suficiente tiempo para que se forme una capa de esmectita”, explicó.

Pero el peligro existe: en agosto de 2012, el gobierno japonés hizo público un escenario catastrófico en el que se producirán fuertes sismos seguidos de un tsunami gigantesco que podrían matar hasta 323.000 personas en la costa del Pacífico del país, en el sur y en el este.

Precisó, no obstante, que se trataba de una hipótesis de trabajo destinada a animar a las autoridades, las empresas y la población a mejorar los sistemas de alerta, de evacuación, de disminución de daños y de socorro.

Situado en la confluencia de cuatro placas tectónicas, Japón registra cada año más del 20% de los sismos más violentos que se producen en la Tierra. El terremoto de magnitud 9 y el tsunami que se desencadenó el 11 de marzo de 2011 dejaron más de 18.000 muertos en el noreste de Japón, provocando además la catástrofe nuclear de Fukushima, la peor desde Chernobil (Ucrania) en 1986.