¿Un cosmopolitan al estilo Carrie Bradshaw o el club de striptease favorito de Tony Soprano? El turismo de series de televisión hace furor en Nueva York, donde los fanáticos pueden seguir los pasos de sus héroes de la pantalla chica.

Dos veces al día, el autobús de “Sex and the City” está repleto frente al Plaza Hotel, cerca de Central Park. Mujeres jóvenes, muchas con amigas, están listas para descubrir los lugares de la serie, ir de compras como sus protagonistas, comer y beber como ellas.

Mientras el autobús pasea por Manhattan, se puede ver a Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha en episodios de la serie mientras una guía alterna anécdotas del programa con datos sobre la ciudad: durante tres horas y media, los fanáticos se deleitan cruzando la frontera entre ficción y realidad.

¿El Plaza? Aquí es donde Carrie se quedó inmóvil viendo a Big salir con otra mujer, dice la guía, Stephanie Schweitzer, mientras todos sacan fotos.

El autobús baja por la Quinta Avenida y pasa por la joyería Tiffany. “¿Quién le propuso matrimonio a quién?”, pregunta. La respuesta llega entre risas desde el fondo del autobús.

En Greenwich Village, el autobús se detiene en una pizzería que aparece en la serie, cerca de un sex-shop al que suele ir Charlotte. Algunos fans prueban la pizza, otros regresan al bus con un paquetito envuelto.

Todo cobra vida

“No quiero que se acabe, estoy completamente obsesionada con ‘Sex and the City’”, dice Kristi Tanghare de 28 años, una enfermera estadounidense que reside en Alemania con su marido y viajó a Nueva York con una amiga por su cumpleaños.

“Así, todo cobra vida”, asegura.

“La serie trata de cosas con las que las mujeres nos identificamos”, añade su amiga Jennifer Hegarty.

“Sex and the City”, protagonizada por Sarah Jessica Parker, fue emitida desde 1998 a 2004 y se convirtió en un clásico de la televisión desde su primera temporada al hablar sin inhibiciones de la vida sexual de las mujeres.

Nueva parada, esta vez para ir de compras a las boutiques de la calle Bleecker. Kristi y Jennifer ya se compraron un juguete sexual, un bolso y una cartera haciendo juego y aguardan la próxima parada para tomarse un cosmopolitan como Carrie.

En el autobús, la guía ofrece a todos una “cupcake” como las que comen Carrie y Miranda para consolarse de sus penas de amor.

Aurelie Maheux, una francesa de 26 años, es una de las pocas mujeres acompañadas por un hombre. En sólo diez días, acaba de volver a ver los 94 episodios de “Sex and the City” y ahora planea cenar en un restaurante que aparece en la serie.

“Son mujeres modernas, que hablan de sexo con total transparencia”, dice sobre las protagonistas.

Un hobby convertido en negocio

En los últimos años, el turismo especializado en series de TV ha aumentado de manera espectacular, sobre todo en Nueva York, telón de fondo de incontables programas.

Georgette Blau, de 39 años, dirige On Location Tours, que ofrece siete recorridos en autobús por Nueva York y sus alrededores dedicados al cine o la televisión, entre ellos el de “Sex in the City”. El costo total es de 49 dólares -alrededor de 25 mil pesos chilenos- por persona.

Algunos guías hablan francés o alemán. También hay versiones en limusina privada y un tour por Boston. “Empecé como un hobby de fin de semana”, confiesa la empresaria a la AFP.

Uno de los tours más solicitados es un paseo en autobús de cinco horas a través de Nueva Jersey para los seguidores de “Los Soprano”, la serie de TV sobre el deprimido mafioso que interpretó el fallecido James Gandolfini.

El guía es Marc Baron, un ex extra de “Los Soprano”. Los aficionados, muchos británicos, conocen al dedillo su trama y sus personajes.

Dos platos fuertes del tour son el restaurante Holsten’s, donde Tony Soprano comió en el último episodio, y el club de strip-tease “Bada Bind” (“Satin Dolls” en la vida real). Al mediodía está casi desierto y dos jóvenes en tanga se menean sin convicción. Pero los fans están encantados, se imaginan allí con Tony.

Blau dice que unas 90.000 personas toman sus tours cada año, la mitad de Francia, Australia, Reino Unido, Italia, Japón y Alemania.

“Cuando empecé, había tres empresas en el mundo haciendo esto”, recuerda. “Ahora hay más de cien”.