El gobierno del primer ministro Enrico Letta, obtuvo este miércoles la confianza de las Cámaras de Diputados y Senadores, tras prometer “salvar” a Italia para que no vuelva a “hundirse” en la crisis, y luchar contra los populismos.

Letta obtuvo 379 votos a favor y 212 en contra, lo que garantiza al dirigente socialdemócrata del Partido Democrático (PD) mantenerse en el poder después de haber perdido a finales de noviembre el apoyo de la formación de derecha de Silvio Berlusconi, Forza Italia.

Después de la Cámara de Diputados, ya casi por la noche, Letta compareció ante el Senado, que le ratificó la confianza obtenida más temprano también por amplia mayoría.

El ejecutivo obtuvo 173 votos a favor, 22 más que los necesarios para lograr la mayoría absoluta en la cámara alta.

“Voy a luchar para evitar que el país vuelva a ser arrojado en el caos”, había clamado Letta ante los diputados al pedir el voto de confianza tras la ruptura con Berlusconi, quien retiró el apoyo de su partido a la coalición izquierda-derecha después de su expulsión del Senado tras 20 años por su condena en firme por fraude fiscal.

“Hoy es un nuevo inicio para el país”, aseguró el primer ministro Letta, en momentos en que Italia está por salir del mayor periodo de recesión que haya atravesado desde la Segunda Guerra Mundial, marcado por las crecientes tensiones sociales.

Toda la zona central de Roma, donde se encuentra el Parlamento, amaneció acordonada para evitar manifestaciones del movimiento heterogéneo de los “forconi” (los horcos), que reúne agricultores insatisfechos por las medidas económicas, comerciantes, camioneros, desempleados e indignados que piden la caída del gobierno.

La semana se inició con una serie de incidentes y protestas en Turín, que desencadenaron numerosos editoriales después de que parte de los policías antimotines se quitaran los cascos en señal de solidaridad.

El movimiento, que cuenta con el apoyo del cómico Beppe Grillo, líder del Movimiento Cinco Estrellas, fue condenado severamente por Letta, quien lo acusó de querer acabar con la democracia representativa.

Letta criticó con firmeza las fuerzas populistas que brotan tanto en Italia como en Europa y defendió el papel de la Unión Europea, cuya presidencia de turno Italia asume en julio del 2014.

“Hoy trazamos una línea nítida: de este lado quienes aman Europa, reconocen las contradicciones y quieren reformarla, pero saben que sin la UE, volveríamos a la Edad Media”, dijo.

“Aquellos que quieren aislar a Italia, que buscan el consenso mediante el populismo, no deben darme su confianza”, destacó Letta al mencionar indirectamente a los dos partidos de la oposición, el de Berlusconi y de Grillo, los cuales suelen criticar las medidas de austeridad impuestas por la Unión Europea y hasta piden salir del sistema de moneda única.

El pacto de Letta

Letta, que no corre peligro de caer debido a que dispone en la Cámara de Diputados de una mayoría holgada, que incluye los cerca de 50 votos del Nuevo Centroderecha liderado por el ex delfín de Berlusconi, Angelino Alfano, propuso “un pacto” a las fuerzas políticas para que lo apoyen durante todo el año 2014 de manera de tomar una serie de medidas concretas.

Entre esas medidas, considera cuatro como prioritarias.

Entre ellas la adopción de una nueva ley electoral, declarada la semana pasada inconstitucional, por lo que debe ser modificada urgentemente.

En esa lista figura también la reducción del número de parlamentarios, que suman en total 915, la abolición de las provincias, la eliminación del bicameralismo perfecto, es decir que la Cámara de Diputados tiene el mismo poder del Senado, y la reforma de la organización de las competencias entre Estado y regiones.

Letta prometió también luchar contra el desempleo, que supera el 12% de la población activa y reformar el sistema de ayuda social así como reactivar la economía.

Para lograr todo ello, el primer ministro cuenta con el apoyo de Matteo Renzi, el nuevo líder de su formación, el Partido Demócrata (PD, izquierda), elegido el domingo en unas elecciones primarias, quien fue uno de los mayores críticos de la coalición con Berlusconi.