Numerosos presidentes, como los de Estados Unidos y Cuba, así como príncipes, obispos y decenas de miles de sudafricanos, blancos y negros, despiden este martes en Johannesburgo con cantos a Nelson Mandela, para llevar su mensaje de reconciliación más allá de su muerte.

“Si el muerto fuera un niño, el ambiente sería sombrío. Pero con Mandela, celebramos una vida plena”, explicó a la AFP Jenny Pomeroy, una sudafricana blanca de 25 años ataviada con prendas de colores.

Miles de personas arrancaron de madrugada su peregrinación, bajo la lluvia, hacia el estadio Soccer City en el que el ex presidente sudafricano y Premio Nobel de la Paz, fallecido el jueves a los 95 años, hizo su última gran aparición pública el 11 de julio de 2010, en la final del Mundial de fútbol que ganó España.

Esta celebración abrirá cinco días de homenajes antes de su entierro, el domingo.

Casi un centenar de líderes mundiales participarán en la ceremonia que promete ser festiva y bulliciosa y en la que los mandatarios de países conforntados desde hace décadas compartirán estrado para rendir homenaje a “Madiba”, el apodo de Mandela.

Se trata de los presidentes de Estados Unidos y Cuba, Barack Obama y Raúl Castro, dos de los seis dignatarios extranjeros, que tomarán la palabra en el acto.

También lo harán la presidenta brasileña, Dilma Rousseff -mandataria del segundo país con más negros del mundo, después de Nigeria-, así como el vicepresidente chino Li Yuanchao, el presidente indio Pranab Mukherjee y su homólogo namibio Hifikpunye Pohamba.

Obama, junto a su esposa Michelle, fue uno de los primeros líderes en llegar a Sudáfrica. Su avión aterrizó en el aeropuerto militar de Pretoria, a una hora de Johannesburgo por carretera. Cuatro nietos de Mandela -Mbuso, Andile, Zozuko Dlamini y Phumla- intervendrán también en la ceremonia.

El estadio abrió sus puertas cinco horas antes del inicio de la ceremonia. Decenas de personas aguardaban ya a la entrada. Sin embargo, cuando faltaba una hora para el inicio, había solamente unas 20.000 personas.

Simultáneamente, se realizó un pequeño homenaje en la prisión de Robben Island, donde Mandela pasó 27 años encarcelado antes de salir en 1990, para ser elegido presidente en 1994 y guiar a Sudáfrica a una transición pacífica del régimen racista del apartheid a la democracia multirracial.

“Cuando salió libre, Mandela se llevó de la cárcel su experiencia de convivir con diferentes razas, culturas y tendencias políticas, para pedir la reconciliación”, dijo en la ceremonia Lionel Davis, un ex prisionero.

Además, en la celda de 2,5 por 2,1 metros en la que pasó 18 años de su vida arde desde el lunes una vela que “simboliza el triunfo del espíritu humano”, dijo a la AFP un director del museo, Sibongiseni Mkhize.

El personal de la isla, entre los que se encuentran ex presos políticos que ahora ejercen de guías turísticos, recuerdan cada día la pena que sienten por esta pérdida, ante visitantes que quieren conocer a lo que se enfrentó el icono de la lucha contra el apartheid.

“Todo el mundo está muy triste, casi todos mis compañeros tenían una relación personal o vínculos con él, porque de vez en cuando solía visitar Robben Island cuando todavía tenía energía para ello”, cuenta uno de ellos.

La asistencia masiva de dirigentes políticos, de ilustres personalidades a nivel mundial y de personas anónimas prevista el martes en Johannesburgo para rendir un histórico homenaje a Nelson Mandela recuerda a otros grandiosos funerales de los últimos sesenta años, como el del papa Juan Pablo II en 2005, el del padre de la independencia india Mahatma Gandhi en 1948 o el del primer ministro israelí Yitzhak Rabin en 1995.

Los actos se sucederán hasta el domingo, cuando Mandela será enterrado en el pueblito de Qunu, en el que pasó una infancia feliz y del que se fue cuando murió su padre.