A cada vida, su despedida. Y para la de Nelson Mandela, una fiesta. Eso era lo que se esperaba este martes en el estadio Soccer City de Johannesburgo, pero la lluvia hizo que no se llenase y además abundaron los abucheos al presidente Jacob Zuma.

Cada vez que el rostro de Zuma aparecía en las pantallas del estadio, la multitud silbaba, desconcertando a los oradores.

El liderazgo del presidente está siendo muy cuestionado dentro mismo de su partido, el Congreso Nacional Africano, y se le ha reprochado que no decretase feriado este martes para que mucha más gente fuera a los homenajes a Mandela.

“La gente cree que es un corrupto”, explicó a la AFP Themba Nkunzana, de 59 años, que dejó el partido de Mandela y Zuma, el Congreso Nacional Africano (ANC), cuando este último accedió al poder.

El día empezó mejor de lo que acabó. Cinco horas antes de la apertura de las puertas, a las seis de la mañana de un día fresco y lluvioso, cientos de personas se agolpaban ya en las puertas del estadio al grito de “que abran ya, que abran ya”.

Se perfilaba un gran día de fiesta. “Si el muerto fuera un niño el ambiente sería sombrío. Pero con Mandela, celebramos una vida plena”, explicó a la AFP Jenny Pomeroy, una sudafricana blanca de 25 años ataviada con prendas de colores.

“Mandela superó las barreras raciales y nos unió”, asentía a su lado Heidi Mielke, de 23 años.

“¡Mandela, ven y gobierna!” cantaba un grupo que, a imitación de otros, correteaba y saltaba por los alrededores del estadio para desaparecer entre los pasillos que conducían a las gradas. La lluvia hizo que muchos demoraran buscar su asiento y se entregaran a este ejercicio mientras esperaban el inicio de la ceremonia.

Luego, aburridos por los discursos y mojados por la lluvia, se fueron yendo de las gradas para repetir las idas y venidas por los pasillos.

“Mandela es mi presidente, Mandela es nuestro presidente”, gritaba otro grupo. “No hay, no hay nadie como Mandela”, coreó el estadio. “Hauna tshwana liena”, “no hay nadie como él”.

La sensación de estar ante un momento único, como el entierro de Mahatma Gandhi o el de Isaac Rabin, atrajo a gente de a pie, a miles de periodistas y a celebridades como Bill Gates, Charlize Theron, Oprah Winfrey, Bono y Naomi Campbell.

“Es único, una experiencia única en la vida”, dijo Cyrill Cameroon, un comerciante de Johannesburgo, que acompañaba a su esposa Evelyn, de Costa de Marfil.

“Somos africanos, y en nuestra cultura cuando alguien muere muy viejo es una bendición, hay que dar las gracias y elogiar su vida y sus logros”, explicó ella.

El discurso de Barack Obama, agradeciendo a Mandela una lucha que dijo, le benefició a él, encendió brevemente a la multitud, aunque la megafonía no era excelente.

El día pretendía ser una fiesta y pocos querían expresar dudas sobre qué harán los sudafricanos con el legado de Mandela, el hombre que guió a Sudáfrica desde el régimen racista del apartheid a una democracia plena.

“Seguro que sí”, los sudafricanos velarán por el legado. “Espero….”, dijo Heidi Mielke. “Espero que tras su muerte sabremos cuidar lo que nos dejó para las generaciones futuras”, afirmó Deidré Bonkhorst, blanca, de 20 años, que sin embargo cifró en un “50%” las posibilidades de que eso ocurra.

Los abucheos a Zuma ensombrecieron el acto. Otro tono disonante se produjo cuando una parte del público cantó “Umshini wan” (dame mi metralleta)”, la canción de Umkhonto we Sizwe, el brazo armado del Congreso Nacional Africano.

“Estoy para celebrar la vida de Mandela. Sí, es un libertador, pero económicamente la gente aquí no está liberada. Vas a un restaurante y los blancos cenan y los negros sirven”, explicó Tapiwa Munyawiri, de 24 años, estudiante universitario.