Unos 2.000 manifestantes que exigen la dimisión de la primera ministra tailandesa Yingluck Shinawatra intentaron este sábado penetrar a la fuerza en la sede del gobierno, y atacaron un autobús que transportaba a partidarios de la mandataria.

“La policía inició las negociaciones” con los cerca de 2.000 manifestantes que asaltaron la casa de gobierno, declaró el portavoz de la policía, Piya Utayo, precisando que estos hicieron pilas de sacos de arena para pasar por encima de los alambres de púa desplegados por las fuerzas de seguridad.

“Tenemos informaciones según las cuales habrá un intento de azuzar la violencia en varias zonas”, añadió.

Este asalto se aparenta a un primer ensayo antes del domingo. Los manifestantes empezaron a dispersarse durante la noche, y llamaron a volver al día siguiente, según un periodista de la AFP.

Durante la jornada estallaron también incidentes entre opositores y partidarios del gobierno, que organizan manifestaciones rivales en este fin de semana de alta tensión.

Decenas de opositores arrojaron piedras y sillas de plástico contra un autobús lleno de simpatizantes de la primera ministra, atrapados en el tráfico, cerca de un estadio en el que unos 25.000 partidarios del gobierno, según la policía, estaban concentrados en apoyo al ejecutivo.

Este sábado se cumple un mes desde que comenzó la movilización contra la primera ministra Yingluck Shinawatra y su hermano Thaksin, el ex primer ministro derrocado por un golpe de Estado en 2006 pero que permanece en el centro de la vida política del reino a pesar de su exilio.

La oposición multiplica las provocaciones, ocupando o asediando ministerios y administraciones públicas desde el lunes.

Más de 10.000 manifestantes antigubernamentales, según la policía, estaban repartidos el sábado por diferentes puntos de la megalópolis de 12 millones de habitantes.

El número de manifestantes podría crecer considerablemente el domingo, tras el pico de 150.000 personas alcanzado el domingo anterior, víspera del aniversario del rey Bhumibol, el 5 de diciembre. Los líderes de la revuelta llamaron a un último esfuerzo antes de esta respetada celebración que podría marcar una pausa en las manifestaciones.

“El 1 de diciembre será el día de la victoria”, prometió así el viernes por la noche Suthep Thaugsuban, ex viceprimer ministro y figura clave del movimiento, quien rechazó los llamamientos al diálogo del poder.

Suthep Thaugsuban había anunciado nuevos objetivos para el domingo y llamó a una marcha hasta la sede del gobierno.

Los manifestantes también se dirigieron hacia dos grupos públicos de telecomunicaciones.

Ante los riesgos de enfrentamientos entre los dos campos, Yingluck pidió sangre fría. “Quiero llamar a los manifestantes a que no se enfrenten”, dijo en una conferencia de prensa del sábado, anterior a los incidentes.

La ira de los manifestantes fue provocada por un proyecto de ley de amnistía, redactado según ellos deliberadamente para permitir el regreso de Thaksin, quien vive en el exilio para escapar a una condena a dos años de prisión por malversaciones financieras.

A pesar de que el Senado rechazó el texto, los manifestantes -grupos heterogéneos reunidos por su rechazo a este multimillonario- continuaron su movilización y exigieron la caída de Yingluck, que consideran una marioneta de su hermano, y el fin del “sistema Thaksin”, al que asocian con una corrupción generalizada.

Estas acusaciones son las mismas del Partido Demócrata -la principal organización opositora que no ha ganado elecciones en casi 20 años- en una moción de censura contra Yingluck a la cual la primera ministra escapó el jueves, tal como estaba previsto.

Es el movimiento más importante desde la crisis de 2010 que dejó 90 muertos.

En un país donde se registraron 18 golpes de Estado o intentos desde el establecimientos de la monarquía constitucional, en 1932, el ejército por su parte pidió a los manifestantes que le pida posicionarse.

Los manifestantes habían entrado el viernes en la sede de la infantería y pedido a los militares que se les unieran.