Los manifestantes tailandeses incrementaron su presión el martes, paralizando nuevos ministerios para exigir la renuncia de la primera ministra Yingluck Shinawatra, que enfrenta también una moción de censura en el Parlamento.

Decenas de miles de personas se manifiestan desde el domingo contra la jefa de gobierno, a la que acusan de corrupción, y contra su hermano Thaksin, ex primer ministro derrocado por un golpe de Estado en 2006, que sigue estando focalizando las pasiones políticas a pesar de estar exiliado.

El movimiento más importante desde la crisis de 2010, que preocupó a la comunidad internacional, franqueó un nuevo límite el lunes, cuando los manifestantes entraron a los ministerios de Finanzas y de Relaciones Exteriores.

Los participantes en las protestas abandonaron la sede de la cancillería el martes, según el portavoz de ese ministerio, pero el primero seguía ocupado por militantes liderados por Suthep Thaugsuban, un dirigente del principal partido de la oposición, el Partido Demócrata. Y varios más estaban asediados.

Unos 1.500 manifestantes se encontraban el mediodía ante el ministerio del Interior, protegido por cientos de elementos de las fuerzas del orden, según una periodista de la AFP. En medio de silbidos, que se han convertido en una señal característica de las manifestaciones, dieron una hora a los funcionarios para evacuar el lugar.

Y tres otros ministerios -Transportes, Turismo y Deportes, Agricultura- están “sitiados” por los manifestantes, indicó el ministro de Deportes, Somsak Pureesrisak, a la AFP. “Les pidieron a todos los funcionarios que dejasen su puesto y nosotros debemos partir porque van a cortar” el agua y la electricidad, agregó.

Mientras tanto, el debate sobre la moción de censura comenzó el martes por la mañana, pero el gobierno espera superar ese obstáculo, ya que el Puea Thai en el poder cuenta con una amplia mayoría.

“Todo el mundo debe obedecer a la ley y no utilizar la ley de la calle para eclipsar el Estado de derecho”, destacó Yingluck Shinawatra al llegar al Parlamento, protegido por imponentes bloques de cemento.

La presencia policial fue reforzada desde que se extendió el lunes al anochecer a todo Bangkok una ley de seguridad especial que permite imponer un toque de queda o prohibir los mitines.

Sin embargo, esto no ha atemorizado a los manifestantes. Durante una conferencia de prensa en el ministerio de Finanzas ocupado, prometieron una “gran acción” para el miércoles.

“Ocupamos el ministerio de Finanzas en forma no violenta y pacífica, nuestros partidarios en todo el país pueden hacer lo mismo y ocupar todos los edificios gubernamentales”, declaró Akanat Promphan, hablando en nombre de Suthep, quien perdió la voz después de sus arengas del lunes.

La cólera de la oposición fue desencadenada por una ley de amnistía, especialmente redactada según ellos para Thaksin, para escapar a una condena a dos años de cárcel por malversaciones. Este texto fue rechazado por el Senado, pero eso no calmó a los manifestantes.

Thaksin sigue siendo a la vez la personalidad más amada y más odiada del país, dividiendo a la sociedad entre las masas rurales y urbanas pobres del norte y el noreste, que le son fieles, y las elites de Bangkok, que lo consideran una amenaza para la monarquía.