Numerosos cuerpos, muchos de ellos sin identificar, debían ser transportados el jueves hacia fosas comunes, una tarea macabra pero esencial para sanear una ciudad filipina casi arrasada por el tifón, donde los sobrevivientes imploran que se les ayude.

Seis días después del paso del tifón Haiyan, que habría dejado miles de muertos, cerca de 200 sacos mortuorios se alineaban el jueves en la mañana frente a la alcaldía de Tacloban, capital de la isla de Leyte particularmente golpeada.

“Hay muchos cadáveres en muchos lugares. Eso causa miedo”, dijo el alcalde Alfred Romualdez. Un persistente olor a descomposición flotaba sobre las calles de la ciudad, haciendo temer el brote de epidemias.

“Cuando una comunidad pide que vayamos a recoger cinco o diez cuerpos, al llegar hay hay cuarenta”, declaró Romualdez.

El ayuntamiento calcula que ya se han recogido unos 2.000 cuerpos. Establecer el balance de víctimas del tifón sigue siendo difícil.

La ONU dijo que el balance de muertos podía ser de 10.000 personas, solo en la ciudad de Tacloban, pero el presidente filipino Benigno Aquino estimó que esa cifra era demasiado elevada, y habló de “2.000 a 2.500″ muertos.

El último balance oficial provisional era de 2.357 muertos y 77 desaparecidos.

En Tacloban las operaciones de recuperación de los cuerpos se organizan poco a poco, pero las autoridades locales necesitan ayuda, abogó Romualdez, quien reclamó “más hombres y más equipos”, sobre todo de transporte.

“No puedo utilizar un camión para recoger cadáveres por la mañana y utilizarlo por la tarde para repartir ayuda”, dijo.

La ayuda a los numerosos sobrevivientes del tifón debe acelerarse, abogó el jueves Valerie Amos, jefa de operaciones humanitarias de las Naciones Unidas, quien calificó la situación de “lúgubre”.

“Quienes han podido partir lo han hecho. Muchos otros intentan hacerlo”, declaró.

“La gente necesita ayuda desesperadamente. Debemos aportarle esa ayuda ahora. Ellos dicen ya que se toma mucho tiempo para llegar. La prioridad inmediata es garantizar una distribución más rápida”, añadió en Manila, un día despues de haber visitado Tacloban, una de las ciudades más afectadas por el tifón.

Miles de supervivientes, desesperados y furiosos por la lentitud de la ayuda, intentaron el miércoles tomar uno de los pocos vuelos disponibles para huir de las zonas más afectadas por el paso del tifón.

Las autoridades se vieron obligadas el miércoles a aplazar un entierro colectivo en Tacloban, cuando se produjeron varios disparos. “Terminamos de cavar el emplazamiento para el entierro colectivo (…), hubo varios tiros” y la policía pidió al convoy que diera media vuelta, explicó el alcalde, Alfred Romualdez.

Los vuelos que despegan y aterrizan en Tacloban todavía son muy “limitados” y los transbordadores están abarrotados, admite Patrick Fuller, el portavoz de la Cruz Roja Internacional en la región Asia-Pacífico.

La ayuda internacional y los navíos militares occidentales tardarán días en llegar y por el momento la ayuda llega muy lentamente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre los riesgos de enfermedad, especialmente sobre las relacionadas con el agua.

ONCE MILLONES DE AFECTADOS

El secretario del gobierno, Rene Almendras, reconoció el miércoles que las autoridades están desbordadas por el número de muertos. “La razón por la que dejamos de recoger cadáveres es que ya no nos quedaban sudarios, pero ahora tenemos 4.000″ indicó.

En total, la ONU calcula que más de 11 millones de personas, el 10% de la población de Filipinas, se han visto afectadas por la catástrofe, y hay 673.000 desplazados.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cerca de tres millones de personas han perdido temporal o definitivamente sus medios de subsistencia.

Ante la incapacidad de los autoridades para proporcionar agua, comida, medicamentos y refugio, supervivientes armados saquearon los edificios de Tacloban que todavía siguen en pie, a pesar del toque de queda impuesto por las autoridades.

También preocupa la situación en otras islas filipinas aunque todavía harán falta “semanas” para tener una visión de conjunto de la situación, según el portavoz de la Cruz Roja internacional.