Durante 3 años trabajé con familiares en el Memorial de Paine. Un trabajo complejo que implicó, en forma intuitiva, trabajar con personas con diversos traumas producto de las durísimas vivencias por las que pasaron tanto por la desaparición de sus familiares como por la persecución posterior y el rechazo (por razones políticas como por temor) de la comunidad.

Memorial 27F, EM (c)

Memorial 27F, EM (c)


Una obra del MOP asignada por concurso público que, con todas las dificultades, culminó en un Memorial que ha cumplido en buena medida con lo que se buscaba, y que ha logrado otros no planteados como es sanar, o iniciar la sanación a través del reencuentro entre familiares y con lograr recuerdos más cercanos, cotidianos y humanos de las víctimas.

Si el Estado de Chile, a través del MOP en este caso, ha hecho Memoriales y por lo tanto tiene conocimientos en la materia ¿Por qué el Memorial 27F dedicado a las víctimas del terremoto es un desastre? ¿O al menos está tan cuestionado?

Las preguntas y aristas son varias. Surge la pregunta de si es pertinente hacer un Memorial a esas víctimas y no a las de otros terremotos que generaron más víctimas (El de Chillán, donde la prensa estimó en más de 20.000 las víctmas –y algunos en 30.000, 40.000 y hasta 70.000- y las autoridades en 5.648, en un país de un poco más de 5 millones de habitantes).

Si hubiese sido pertinente hacer ese memorial, tendrían que haberse preguntado si se hacía para los familiares de las víctimas. En ese caso, es indudable que ellos debieran haber sido protagónicos en todo el proceso. Y si así hubiese sido, de todas maneras se debiera haber consultado a la ciudad de Concepción si querían tener ese Memorial y en ese lugar, o en otro.

Y es que el lugar donde se emplazó el Memorial 27F parece muy equivocado. Primero, porque es un lugar elegido en forma arbitraria, ya que no es un lugar donde haya habido daños ni víctimas. Segundo, porque ese proyecto es otro atentado a la posibilidad de tener un buen parque de borde de río, continuidad del Parque Ecuador, ya que en buena medida lo interrumpe. Tercero, porque si Concepción debiera tener una buena expansión y desarrollo hacia ese sector y el borde del río Bío Bío, no parece lógico ni razonable instalar ahí un símbolo de muerte, un monumento gris que evoca destrucción.

Un problema anexo puede ser que, a pesar del amplio rechazo que ha generado el Memorial, es posible que a algunos familiares sí les guste. Y a ellos tenemos que respetarlos. Entonces ahora se debe pensar qué hacer con un Memorial que provoca tanto rechazo pero que también puede gustar a algunos.

¿Aprendizajes?

Antes de hacer hay que hacerse varias preguntas, algunas de las cuales ya hemos realizado como ¿Es pertinente hacer este Memorial? ¿Para quiénes está hecho? ¿Se les ha consultado a los “beneficiarios” si están de acuerdo? ¿Es adecuado el lugar para instalar el Memorial? ¿Están los habitantes de la ciudad de acuerdo con instalar un memorial eemplazarlo en ese lugar? ¿Cómo hacer que participen los involucrados en todo el proceso?

Si se han cometido tantos errores –porque partimos de la base que aquí no hubo malas intenciones, sino más bien falta de criterio de quienes convocaron, del jurado que eligió el proyecto (Entre otros participaron los destacados arquitectos Pablo Allard, AlexBrahm, Humberto Eliash, Patricio Gross, Víctor Gubbins,Antonia Lehmann y Guillermo Hevia, y los reconocidos artistas Francisca Sutil y Pablo Langlois), de los autores del proyecto como de la institución ejecutora y de la empresa constructora, que ha hecho un trabajo mediocre (estas torres o prismas de hormigón no tienen sus aristas rectas, por ejemplo)-, también ha sido un error no reaccionar a tiempo, es decir antes de que se empezara a construir y menos cuando ya está casi listo.

El Memorial está ahí, costó 2.000 millones y sacarlo de ahí costaría varios cientos más… Entonces….

¿Qué hacer con el Memorial 27F?

A esa estructura hay que darle vida, idealmente hacerla usable. En este sentido, se debiera abrir un proceso para recibir y canalizar ideas. Ideas que luego debieran presentarse a los familiares, a la ciudad de Concepción, para buscar en un proceso participativo la transformación de estas ocho moles de hormigón (y no creo que los problemas se solucionen con un revestimiento con piedra, como plantean sus creadores, los arquitectos Juan Agustín Soza y Ricardo Atanacio y el artista Fernando Feuereisen) en algo más representativo para los familiares y para la ciudad.

A modo de inicio, algunas ideas: aplicarles colores vivos, que sean soportes para murales (que incluso podrían ir cambiando progresivamente, pintando por ejemplo una por año), transformarlas para practicar escalada, que sirvan de miradores…