Pongámonos en una situación hipotética y digamos que quiero, por iluminación divina, volver a la educación superior.

La vía de ingreso tradicional que ofrece el sistema es por medio de la PSU, acompañada del NEM y, desde 2012, del Puntaje Ranking dado por el Ranking de Notas.

Salí del colegio con promedio 5.07 que, hasta el año pasado, podía ser redondeado en 5.1, equivalente 435 de NEM.

He dado la PSU en tres oportunidades, obteniendo los siguientes resultados:

2005
Lenguaje: 574. Matemática: 601. Historia: 0. Ciencias: 597.

2006
Lenguaje: 613. Matemática: 614. Historia: 582. Ciencias: 631.

2011
Lenguaje: 733. Matemática: 642. Historia: 614. Ciencias: 607.

La primera vez que di la PSU fue el año en que salí del colegio, la segunda a un año de haber egresado y la tercera seis años después de salir. Sin importar qué tan atrás haya quedado mi época escolar, mi NEM seguía siendo 435 y equivaliendo porcentualmente lo mismo que a un recién licenciado, un NEM que jamás se condijo con mis puntajes PSU y que desde el principio fue un peso muerto que limitó mis opciones universitarias (les recuerdo que me faltaron tan sólo 12 o 18 puntos para entrar a Literatura en la U de Chile a pesar de mis 435 de NEM).

Digámoslo simple, quizás sea razonable aplicar el NEM al salir del colegio. Luego de eso, después de un año de experiencias, caduca. Los conocimientos adquiridos en el colegio pueden ser fácilmente olvidados por la falta de práctica, así como se pueden adquirir los que no se tuvieron en ese entonces, conservando, además, los que se tuvo. ¿Qué mide el NEM a un año de haber salido de cuarto medio? ¿Qué mide a tres, cuatro, seis, ocho años de salir? Digámoslo simple: nada.

El sistema de ingreso a la educación superior estigmatiza de por vida a un sujeto por su comportamiento en el también mal estructurado sistema de educación. Es una carga que le impide recomenzar.

Y desde 2012, como dije al inicio, se piensa añadir una nueva variable: el Puntaje Ranking.

Similar al NEM, el Ranking de Notas se basa en el desempeño que tuvo el alumno en los cuatro años de enseñanza media, pero otorgando distinto valor dependiendo del establecimiento del que haya salido.

Si antes mi promedio de 5.07 era redondeado a 5.1, dándome 435 de NEM, eso ya no será posible.

No, porque a ocho años de salir, contrario a la lógica que haría desaparecer la insufrible pesadilla colegial, hoy se maximiza su daño. Ahora el 5.07 es lo que es, sin redondeos, equivaliendo a 429 de NEM y 429 de Puntaje Ranking.

Y si piensan que esa es la peor parte, se equivocan. En algunos caso, para añadir el Puntaje Ranking como variable para el ingreso universitario no le quitan porcentaje al NEM, sino que el porcentaje asignado es sustraído del que antes correspondía a los puntajes PSU.

Es decir, no importa cuánto se esfuerce una persona en mi situación, el sistema lo juzgará por lo que fue en el pasado, disminuyendo la importancia de sus logros actuales y el desarrollo personal.

Y vemos que las injusticias funcionan para los dos lados:

Si tenemos una persona que salió del mismo colegio con promedio 6.2 e imaginamos que esa persona da la PSU y le va mal o regular, pero no bien. No importa tanto, ¿saben? Su NEM será 661 y su Puntaje Ranking de 710. Imaginen ahora que pasan ocho años y sus puntajes PSU bajan, no importa porque aún tendrá el NEM y el Puntaje Ranking que le facilitarán el ingreso.

El NEM y el Puntaje Ranking pueden ser, dependiendo del caso, obstáculos o trampolines. En cualquier situación, sean lo uno o lo otro, siempre serán injustos y arbitrarios jurados de nuestro destino.

Medidas ridículas de un sistema absurdo.

Daniel Gutiérrez Ruiz