La guerrilla comunista de las FARC expresó este miércoles su “optimismo” respecto a que se alcanzará un acuerdo que ponga fin al conflicto armado de medio siglo en Colombia, y advirtió que el acuerdo parcial alcanzado con el gobierno no es “sometimiento”.

“Los importantes aspectos que hasta el momento se han acordado en el tema de participación política, nos colocan a los colombianos en la posibilidad de comenzar a abrir las puertas de una verdadera democracia”, dijo el negociador jefe de las FARC, Iván Márquez, al leer una declaración ante la prensa.

Destacó que “estos aspectos (…) son los que nos dan el optimismo para seguir avanzando en los debates hacia la firma de la paz y la terminación del conflicto. No obstante, falta mucho por andar”.

Márquez, número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), negó que para lograr el acuerdo de participación política, anunciado este miércoles por las partes, se hubieran sometido a los propósitos del gobierno de Juan Manuel Santos.

“Reiteramos ahora, y lo seguiremos haciendo, que no es este un proceso de sometimiento, pero con seguridad, si efectivamente avanzamos por las sendas de las transformaciones que las mayorías nacionales han reclamado, la firma de un tratado de paz será una realidad”, expresó Márquez.

Subrayó que “es falso que, como dicen algunos politiqueros de turno (…), la guerrilla se niega a recibir a los familiares de las víctimas del conflicto” y añadió que ellos “tienen nuestros brazos abiertos”.

No obstante, el jefe insurgente dijo que “lo primero que está por resolverse (en Colombia) es la necesidad de que en nuestra patria se respete el derecho a la vida, a la diferencia, a la opción política, a la no estigmatización”.

Márquez aludía a un anterior intento de paz en los años 80, cuando algunos miembros de las FARC se desmovilizaron para formar junto al Partido Comunista de Colombia el movimiento político Unión Patriótica (UP), y unos 3.000 de sus militantes y dirigentes fueron asesinados.

El punto de participación política, que fija las pautas para que los guerrilleros se incorporen al sistema político colombiano una vez que firmen la paz y abandonen las armas, es el segundo de los cinco que conforman la agenda de los diálogos de paz, que las partes adelantan en La Habana desde noviembre de 2012.