El descubrimiento en un campamento de gitanos de Grecia de una niña rubia de origen desconocido alimenta la esperanza de miles de padres que creen que puede ser su hija o esperan que se abra una pista para encontrar a sus bebés desaparecidos.

Hasta el fin de semana, más de 8.000 parientes de niñas desaparecidas habían contactado la asociación griega La Sonrisa del Niño, a la que se encargó el cuidado de la niña.

“Son a menudo padres que buscan un parecido entre su hija y la niña encontrada. Les aparece como una esperanza”, indica a la AFP Delphine Moralis, vicesecretaria general de la ONG Missing Children Europe. “Muchos llaman preguntando si es su hija, otros esperan que se abra una pista para encontrar a sus niños desparecidos”.

“Mi familia y yo estamos sumamente contentos con la noticia”, declaró al canal ITV Kerry Needham, madre de Ben, un bebé británico de 21 meses desaparecido en la isla griega de Kos en 1991. “Esperamos que la desaparición de Ben sea investigada nuevamente”, agregó.

Una decena de casos de desapariciones de bebés son objeto de investigaciones precisas para determinar si hay una relación entre esos casos y la niña encontrada en Grecia. Una gota de agua en el océano de las miles de desapariciones registradas año tras año en Europa.

Unos “250.000 niños desaparecen cada año en Europa”, es decir “un niño cada dos minutos”, según las cifras de la Comisión Europea, precisa Delphine Moralis. No obstante, Moralis relativiza esas cifras señalando que la “colecta de informaciones a nivel europeo deja mucho que desear”.

Continuar las investigaciones

Entre esas desapariciones figuran un gran número de fugas de menores, así como niños “secuestrados por uno de sus padres” en casos de separaciones conflictivas. En realidad “las desapariciones muy inquietantes” son una ínfima minoría, de orden del “2 al 5% de los casos”, es decir entre 5.000 y 12.500 niños.

“¿Cuál es la verdadera cifra?”, pregunta Eric Mouzin, padre de Estelle, una niña francesa desaparecida en 2003, “10.000 niños, es ya el número de pobladores de una pequeña ciudad”, señala, considerando que “lo que falta es un fichero central de niños desaparecidos”.

En 25 países de Europa un número de teléfono común (116000) está disponible las 24 horas del día para señalar la desaparición de niños.

Las asociaciones de protección de niños, agrupadas en la federación Missing Children Europe, intercambian informaciones y pueden difundir los anuncios de desapariciones de niños en otros países. Por ejemplo, la foto de la niña encontrada en Grecia fue incluida en el portal internet del Centro Francés de Protección de la Infancia.

En Bélgica, la ONG Child Focus, creada por el padre de una de las víctimas de un asesino en serie de niños, lanza regularmente campañas de difusión de carteles, que las redes sociales retoman cada vez más. En algunos países, los canales de televisión dan la palabra a las familias. Los padres de la niña británica Maddie McCann, desaparecida en Portugal en 2007, lanzaron la semana pasada en un canal alemán un llamado a testigos.

En algunos países, se utiliza el recurso de alertas públicas difundidas por todos los medios, incluyendo los paneles luminosos de las autopistas. En Francia, ese dispositivo fue adoptado en 2006 y ha sido utilizado desde entonces pocas veces, pero con éxito.

Cada vez que se encuentra a un secuestrado, como fue el caso de Natascha Kampusch en Austria en 2006 o las jóvenes liberadas en Cleveland este año, un soplo de esperanza alienta a los padres, algunos de los cuales esperan angustiados una respuesta desde hace años.

Esto “pueda devolver la esperanza a las familias, y justifica también que se continúe la búsqueda de los niños y que se siga luchando por saber la verdad” sobre ellos, estima Alain Boulay, que fundó la Asociación de Padres de Niños Víctimas (APEV) hace más de veinte años.

El padre de Estelle Mouzin espera, por su parte, que la investigación sobre el caso de la niña encontrada en Grecia permita saber “exactamente lo que pasó y sacar las conclusiones necesarias”.