El huracán Raymond de categoría 1 seguía perdiendo fuerza este martes pero permanecía frente a la costa del océano Pacífico mexicano, una zona donde hubo algunas evacuaciones preventivas, con el recuerdo aún de los destrozos causados en septiembre por otro ciclón.

Raymond era “apenas un huracán”, reportó el martes por la tarde el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, que señaló que el sistema se detuvo después de registrar un ligero movimiento, aunque aún puede acercarse hacia la costa.

“Se pronostica que continúe con esta categoría” la noche del martes y que durante el mediodía del miércoles empiece a alejarse, pero existe una mínima probabilidad de que pueda acercarse a la costa “como tormenta tropical”, dijo al noticiero nocturno de Televisa Juan Manuel Caballero González, coordinador de Sistema Metereológico Nacional.

Raymond, que llegó a ser el primer huracán de categoría 3 de la temporada en México, se fue debilitando este martes hasta la categoría 1, de un total de 5 que contempla la escala de Saffir-Simson.

El huracán mantiene vientos sostenidos de 120 km/h y rachas de 150 km/h, indicó el oficial Servicio Meteorológico Nacional mexicano (SMN).

Ese organismo mantiene la máxima alerta para la zona costera entre Tecpan de Galeana (estado de Guerrero, sur) y Lázaro Cárdenas (Michoacán, oeste).

Raymond se encontraba a las 00:00 GMT (21:00 horas del martes en Chile) 170 km al sur-suroeste de Zihuatanejo y 225 km al oeste-suroeste de Acapulco, ambos importantes destinos turísticos de Guerrero.

Las lluvias torrenciales han provocado que unas 1.500 personas hayan sido evacuadas de sus casas en Guerrero y Michoacán, mientras que las escuelas fueron cerradas en algunas comunidades, se cerraron puertos y los planes de pasar días en la playa fueron suspendidos por muchos turistas en Acapulco y Zihuatanejo.

El gobierno de Guerrero informó que ante el debilitamiento del huracán el miércoles se reanudarán las actividades escolares.

Autoridades mexicanas han advertido que, pese a su debilitamiento, el peligro por el huracán no cesará hasta que se confirmen los pronósticos de que entre las últimas horas de este martes y el miércoles virará su rumbo hacia el oeste internándose en el océano y alejándose de territorio mexicano.

El SMN ha advertido que el ciclón puede provocar “inundaciones en áreas urbanas, deslaves en zonas montañosas, incluyendo tramos carreteros, así como desbordamientos de ríos” en Guerrero y Michoacán.

Guerrero aún no se ha recuperado de los destrozos del huracán Manuel, que embistió el sur del territorio mexicano por el lado del Pacífico a mediados de septiembre pasado. Ese fenómeno meteorológico fue casi simultáneo al ciclón Ingrid, que ingresó por el Golfo de México. Ambos dejaron al menos 157 muertos y 1,7 millones de damnificados.

Acapulco sufrió entonces inundaciones en la mitad de su territorio por Manuel, con decenas de habitantes rescatados de los techos de sus viviendas por helicópteros, y quedó incomunicado durante días por los deslaves que bloquearon las salidas por carretera y por la inundación de su aeropuerto.

“Apenas estábamos comprando los colchoncitos, la salita y otras cositas que perdimos con ‘Manuel’, porque el agua se llevó todo, y ahora estas lluvias nos tienen en alerta otra vez”, dijo este martes a la AFP Esperanza Hernández, vecina de Llano Largo, un barrio de Acapulco.

La mujer se lamenta mientras coloca los muebles recién comprados sobre ladrillos para evitar que se mojen con el agua que ha empezado entrar a la casa.

Turismo resguardado

En Zihuatanejo, los turistas con reservas hoteleras “cambiaron sus fechas de estadía” desde el pasado fin de semana y a los pocos que llegaron -estimados en unos 1.500- “les estamos pidiendo que no salgan del hotel”, comentó a la AFP Zandra Almada, gerente del Hotel Villa Mexicana.

“Nosotros no sabíamos del huracán, así que (estamos) comiendo algo rápido para regresar al cuarto porque sí sabemos del último” ciclón Manuel, dijo en el desértico restaurante de ese hotel Erin Hopkins, quien viajó desde Seattle (EEUU) con su esposo y otra pareja de novios, mientras observaba la constante lluvia y el mar bajo un cielo completamente nublado.

El recuerdo de Manuel llevó a algunas personas a resguardarse en refugios habilitados de Zihuatanejo, con capacidad para 4.500 personas.

“En cuanto escuché la alerta del alcalde en el radio, ni lo dudé, agarré a mis niños y me bajé (de la montaña) en una camioneta de Protección Civil”, dice aliviada Bartola Hernández, abuela de cuatro niños huérfanos.

Los vientos huracanados de Manuel volaron parte de la casa de esta mujer, que aún no la ha “terminado de recomponer”, así que no podía correr ningún riesgo como otros de sus vecinos que creen “que acá abajo hay más riesgo de inundación”, prosigue Hernández.

Muchos otros vecinos aún no hacían caso a las alertas para trasladarse a los refugios.

“Estamos preocupados. Hicimos un recorrido por las zonas de mayor riesgo” advirtiéndoles a sus habitantes “lo importante” de resguardarse a un lugar seguro, pero “desafortunadamente la cultura de la prevención aún no está muy arraigada”, confiesa en el mismo albergue el alcalde Eric Fernández.