Greenpeace denunció este lunes que sus 30 activistas detenidos a finales de septiembre en Rusia tras intentar escalar una plataforma petrolera rusa en el Ártico se encuentran en unas condiciones de detencion “inhumanas”.

“Solo podemos calificar sus condiciones de detención cómo inhumanas”, declaró el abogado de Greenpeace, Serguei Golubok, en una rueda de prensa en Murmansk (noroeste de Rusia).

Varios activistas detenidos “no tienen acceso al agua potable” y son objeto de una “videovigilancia permanente”, incluso en los servicios, subrayó.

Un comando de los guardacostas rusos detuvo a finales de septiembre una embarcación de Greenpeace, el “Arctic Sunrise”, en el mar de Barents (Ártico ruso), y sus tripulantes -28 activistas y dos periodistas-, fueron puestos en detención preventiva en Murmansk.

La semana pasada, los 30 miembros del equipo fueron inculpados de “piratería en banda organizada”, por lo que se enfrentan a hasta 15 años de prisión.

Algunos activistas están detenidos en Apatity, a unos 190 km de Murmansk, y son transportados a las audiencias a esta ciudad en furgones sin calefacción, indicó Golubok. “Nadie recibe unos cuidados médicos adecuados”, añadió.

La situación de los activistas detenidos es especialmente complicada debido a que la mayoría -26- son extranjeros que no hablan ruso, subrayó el abogado.

Por ello, no pueden rellenar un formulario en ruso para poder sacar dinero de su cuenta bancaria, o simplemente pedir permiso a los vigilantes para abrir la ventana, indicó Golubok.

“No pueden hablar con sus allegados por teléfono, ya que deben hablar en un idioma que entiendan los funcionarios de los centros de detención”, añadió.

La tripulación del “Arctic Sunrise” estaba formada por nacionales de 18 países diferentes, entre ellos la brasileña Ana Paula Alminhana Maciel, bióloga de 31 años, y los argentinos Camila Speziale y Hernán Pérez Orsi.

Para Rusia, el desarrollo del Ártico, una inmensa zona rica en hidrocarburos que aún no ha sido explotada, es una prioridad estratégica.