En un estadio Monumental repleto se presentaron anoche las bandas Megadeth y Black Sabbath, en una jornada que puso el broche de oro de una semana de varios conciertos de música heavy metal en Santiago.

A las 20 horas salió a escena la banda norteamericana Megadeth que empezó su presentación con “Hangar 18″ del disco “Rust in Peace” de 1990, que hizo saltar a la concurrencia ante los sonidos de la inconfundible guitarra y voz de Dave Mustaine. Siguieron con “Wake up Dead (Peace Sells… But Who’s Buying?, 1986) e “In My Darkest Hour (So Far, So Good… So What!, 1988) en donde hubo varios problemas con el sonido, ya que las guitarras se escuchaban opacas y no lograban entusiasmar al público.

Pese a aquello llegó el turno de “Symphony of Destruction” (Countdown to Extinction, 1992) que logró mover a la mayoría de la cancha gracias a una pequeña mejora en la amplificación y a la selección de imágenes de batallas que se coordinaban de buena manera con la ejecución del grupo, que finalizó su presentación con “Holy Wars” (Rust in Peace, 1990) en un show que duró casi una hora.

A las 21:20 comenzaron a sonar las sirenas (que se utilizan para avisar la inminencia de un bombardeo) y es cuando se subió el inmenso telón que cubría todo el escenario. Apareció Black Sabbath y bajo un mar de brazos levantados de la concurrencia se inició el show con el golpe de la guitarra de Tomi Iommi con el clásico acorde de “War Pigs” (Paranoid,1970) que envolvió todo el estadio con un sonido potente.

“Into the Void (Master of Reality,1971) fue el segundo estruendo que hizo calmar al respetable que disfrutaba de una amplificación y ejecución de alto nivel, la cual fue seguida por “Snowblind” (Black Sabbath Vol. 4, 1972), en donde las enormes pantallas LED mostraban imágenes alusivas al consumo de cocaína.

Después de interpretar temas de su nuevo disco “13″, editado este año, vino el turno del tema “Black Sabbath” del disco homónimo de 1970, que hizo callar al público ante las notas de Iommi y la iluminación que enrojecía todo el entorno cercano al escenario. El vocalista Ozzy Osborne, siempre en el centro del proscenio y vestido completamente de negro, tomaba el micrófono y entonaba siniestramente la canción, la cual fue seguida por otro tema que terminó con un solo de bajo de Geezer Buttler y que dio pasó a otro clásico “N.I.B” (Black Sabbath) que hizo saltar a la mayoría de los asistentes ante la extraordinaria ejecución del cuarteto.

A esas alturas un siempre sonriente Tomy Iommi (vestido como en todas sus presentaciones con chaqueta de cuero) demostraba toda su destreza que lo mantiene como una de las leyendas vivientes de la guitarra. Pero vino el turno del baterista Tommy Clufetos, quien hizo un memorable solo de batería que fue ovacionado por todo el respetable y que demostró por qué está tomando el lugar de Bill Ward (miembro de la formación original).

La canción “Iron Man” (Paranoid) encendió nuevamente al público, quien coreó y alzó sus brazos siguiendo la letra. “Children of the Grave” (Master of Reality) fue uno de los momentos mas esperados de la jornada, ya que hizo saltar a toda la concurrencia después de casi dos horas de un intenso show. Seguido de un breve receso llegó el encore con “Paranoid”, que selló una noche memorable que reunió a varias generaciones y que quedará dentro los conciertos más importantes que se han hecho en Chile.

Francisco Longa | Agencia Uno

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