El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, sostuvo este sábado su primer encuentro con el jefe de la Coalición Nacional opositora de Siria, en un intento por impulsar la realización de una conferencia de paz para ese país.

El titular de la coalición opositora, Ahmad Jarba, dijo que la misma está lista para enviar una delegación a una conferencia, señaló el portavoz de la ONU, Martin Nesirky.

Ban anunció el viernes que pretende organizar a mediados de noviembre una segunda conferencia de paz en Ginebra, tras la celebrada en junio de 2012, cuando las principales potencias consensuaron una declaración en favor de la instalación de un gobierno de transición en Siria.

“El secretario general acoge con satisfacción el compromiso de Jarba de enviar una delegación a la Conferencia de Ginebra e insta a la Coalición Nacional a que se reúna con otros grupos de oposición para llegar a un acuerdo y enviar una delegación representativa y unida”, dijo Nesirky.

Ban “destacó la importancia de emprender un diálogo serio tan pronto como sea posible, así como la necesidad de garantizar que se rinda cuenta por los crímenes de guerra” cometidos, dijo el portavoz.

El líder de Naciones Unidas afirmó el 13 de septiembre que Bashar al Asad ha cometido “muchos crímenes contra la humanidad” y ha intensificado las críticas a su gobierno desde que se denunció que el 21 de agosto se había producido un ataque con armas químicas en las afueras de Damasco.

Expertos de la ONU determinaron que en esa fecha había efectivamente ocurrido un ataque con gas sarín pero no identificaron a sus responsables.

Estados Unidos asegura que más de 1.400 personas murieron como consecuencia de ese ataque y acusaron al gobierno de Asad de haberlo cometido. El Ejecutivo sirio y su principal aliado, Rusia, responsabilizan en cambio a la oposición armada.

El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el viernes un plan ruso-estadounidense para destruir los arsenales químicos sirios, en su primera resolución acerca de la guerra en ese país desde que estallaran las revueltas contra el gobierno de Asad, en marzo de 2011. Desde entonces han muerto en Siria más de 110.000 personas.