El presidente sirio parece haber evitado in extremis un ataque militar estadounidense al aceptar colocar su arsenal químico bajo control internacional, pero esta medida podría ser contraproducente para su debilitado régimen, estiman analistas.

El régimen de Bashar al Asad, acusado de haber realizado un ataque químico el 21 de agosto cerca de Damasco, aceptó rápidamente la propuesta de su aliado ruso de entregar su arsenal químico, alejando así la perspectiva de un ataque.

Pero si el régimen sirio no cumple con sus compromisos, daría una nueva justificación a Washington para declarar la guerra.

Y si el régimen cumple con su promesa, “sería una muestra de que da marcha ante amenazas militares”, estima Volker Perthes del Instituto alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad.

Sin embargo, las autoridades sirias afirmaban hace poco estar a punto de derrotar a la rebelión, que nació de un levantamiento popular en marzo de 2011. Un conflicto que hasta ahora a causado la muerte de más de 110.000 personas, según la ONU.

“El régimen está bastante debilitado, al contrario de lo que afirma, al punto de ceder sobre algo que hace algunos días ni siquiera admitía que existía”, apunta Perthes.

El ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid Muallem, anunció el martes que su país está dispuesto a facilitar información sobre su arsenal químico, confirmando así por primera vez poseer este tipo de armas.

Este anuncio se produjo en el momento en que Washington multiplicaba sus esfuerzos para obtener el apoyo del Congreso para intervenir militarmente contra Siria, en represalia contra el presunto ataque químico del mes pasado, que -según la oposición siria- causó la muerte de 1.400 personas.

Si Damasco decide colaborar con la comunidad internacional y entrega sus armas químicas, esto “no cambiaría directamente la situación en el terreno, pero sí debilitaría al régimen de Asad, lo que daría un nuevo impulso a la oposición”, afirma Perthes.

Sin embargo, este analista no cree en una verdadera cooperación de Asad con la comunidad internacional.

El régimen sirio intentará “ganar tiempo y buscar todo tipo de argumentos para escapar a los compromisos que derivan de la Convención Internacional para la Prohibición de Armas Químicas”, subraya Perthes.

Karim Bitar del Instituto francés de Estudios Internacionales y estratégicos también se mostró escéptico sobre las verdaderas intenciones de Damasco.

“La principal pregunta es si el régimen va a colocar o no su arsenal químico bajo control internacional”, dijo Bitar a la AFP.

“Tenemos que ver si el régimen no está simplemente haciendo lo que siempre hace: intentar manipular a la comunidad internacional”, expuso este especialista.

Por su parte, Peter Harling del International Crisis Group, estima que transferir el arsenal químico sirio es algo prácticamente imposible dadas las circunstancias actuales.

“Entregar todo su arsenal químico es técnicamente improbable en el contexto actual, ya que para su destrucción sería necesario un mecanismo de control integral y masivo difícil de aplicar, incluso en el mejor de los casos”, apunta Harling.

Además, esta podría ser una medida “suicida” para el régimen, según este analista, ya que perdería “su última arma de disuasión”.

Pero si el régimen intenta resistir, podría exponerse nuevamente a la amenaza de una intervención militar, añade.

“Si Siria no entrega (sus armas químicas), después de haber admitido su existencia (…) podría convertirse en el ‘casus belli’ que a Estados Unidos le costó encontrar en un inicio”, agrega Harling.

El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, advirtió que si el régimen de Asad no entrega su arsenal químico habría “consecuencias graves”.

Esto “daría una legitimidad internacional al uso de la fuerza”, apunta Perthes, quien añade que “la opción militar sigue sobre la mesa”.