Los despidos en Huachipato suman y siguen. En medio de un cacerolazo que terminó con dos personas detenidas, los dirigentes llamaron a las autoridades a hacerse parte del conflicto que ha evolucionado hacia una crisis social para la comuna, aseguraron.

El último comunicado de CAP Acero fue claro en un sentido: no se habló de una fecha concreta en la que terminarían los despidos al interior de la Siderúrgica. Tampoco se sabe con certeza cuánta gente ha sido desvinculada.

Durante este miércoles, 10 minutos antes de concluir el turno, le avisaron a Iván Parra que ya no pertenecía a la empresa que sirvió por más de 20 años.

Entre lágrimas, manifestó su molestia por la desvinculación que no esperaba. Hace cinco años fue estafado por un ingeniero de confianza de la siderúrgica y para evitar una demanda, le ofrecieron ayuda jurídica que nunca recibió. El ingeniero fue despedido. Iván hasta el día de hoy paga una deuda bancaria que no le pertenece.

José Placencia trabajó 39 años al interior de Huachipato. Aparte de la angustia de ser despedido, sufrió un grave ataque por parte de la esposa de un trabajador que increpó a los manifestantes que a esa hora protestaban pacíficamente a las afueras de la planta.

Enojada, llamó a su esposo, quien sin reparar en razón, atacó a José propinándole golpes que lo dejaron con la mitad de la cara ensangrentada.

La tensión al interior de la siderúrgica se acrecienta cada día, describió Mónica Aguilera, presidenta del Sindicato N°1. Llamó a las autoridades a tomar conciencia de la crisis social que hay detrás de los despidos.

La idea de una venta cobra cada vez más sentido. Muchos de los trabajadores despedidos están recibiendo ofertas para ser recontratados pero con menores salarios y acomodando hacia abajo los finiquitos. Una incertidumbre que parece no tener fin por ahora.