La gigante petrolera brasileña Petrobras, controlada por el Estado, tuvo un “comportamiento subimperialista” para defender sus intereses en Bolivia, admitió el ministro jefe de la Secretaría general de la presidencia brasileña, Gilberto Carvalho.

Brasil debe reflexionar sobre su modelo de desarrollo nacional y la manera en que sus empresas actúan en otros países, admitió Carvalho el martes, en una charla sobre cómo ampliar la competitividad del país a través de sus empresas transnacionales en la conferencia Ethos 2013 en Sao Paulo.

“Tenemos que tener la autocrítica de reconocer, por ejemplo, que la presidencia de Petrobras en Bolivia era sí un modelo que daba cuerpo, daba razón, a aquello que llamaban comportamiento subimperialista”, dijo el ministro, citado por el diario O Estado de Sao Paulo.

“Brasil reproduce en relación a sus vecinos el mismo comportamiento que el gran imperialismo del primer mundo a nuestro respecto”, añadió Carvalho.

El gobierno de Evo Morales nacionalizó la producción de petróleo y gas en 2006, cumpliendo una promesa electoral. Las refinerías de Petrobras fueron expropiadas y la empresa comenzó a pagar regalías mayores por el gas que compra a La Paz, cerca de la mitad de la producción nacional boliviana.

Enormes empresas brasileñas están presentes en varios países de la región con gigantescas obras de extracción de materias primas e infraestructura, muchas veces financiadas por el banco estatal de fomento, el BNDES.

“La realidad no es simple en función de la cuestión de la competitividad”, señaló el ministro.

Pero llamó a realizar cambios porque “quien muchas veces representa a Brasil en esos países, para más (asuntos) y con mucho más publicidad que la embajada, son las empresas”.

Las relaciones entre Bolivia y Brasil se tensaron la semana pasada tras la fuga a Brasilia del senador opositor boliviano Roger Pinto, con ayuda de un diplomático brasileño.

Pinto estuvo refugiado 15 meses en la embajada brasileña en la Paz, y había recibido asilo de Brasil, pero no un salvoconducto del gobierno de Morales para abandonar el país.

El asunto provocó la renuncia del canciller brasileño Antonio Patriota, que fue reemplazado por Luiz Alberto Figueiredo.