Las autoridades japonesas hacen lo imposible por garantizar que la crisis nuclear de Fukushima no arruinará la candidatura de Tokio para los Juegos Olímpicos de 2020, en los que compite con Madrid y Estambul, y que el Comité Olímpico Internacional (COI) elegirá el sábado en Buenos Aires.

La semana pasada una comisión de investigación parlamentaria sobre la reciente fuga de agua radioactiva informó que su estudio estará listo a mediados de septiembre.

Una fecha anunciada de forma discreta, según el diario Asahi Shimbun, para evitar interferir en la elección de la ciudad que acogerá los Juegos de 2020.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, estará en la capital argentina para defender la candidatura de Tokio – que sería la segunda vez que organiza los Juegos tras hacerlo en 1964- ante los miembros del COI.

Su función principal será tranquilizar y asegurar que el gobierno se ocupará de la gestión de la central de Fukushima, que ha sufrido numerosas fugas de agua altamente contaminada, con la irresponsabilidad añadida de la operadora Tepco al negarlo en un primer momento.

“Bueno, no es demasiado pronto… Pero parece que al final el gobierno se mueve, por fin siente la urgencia de la situación y la necesidad de no confiar la responsabilidad del trabajo a Tepco ¿La razón? El miedo por la candidatura de Tokio para los Juegos”, escribió en la red social Twitter un trabajador de Fukushima bajo el seudónimo de ‘Happy’.

Sin embargo los responsables de la candidatura de Tokio niegan que la situación del complejo nuclear suponga un problema para organizar los Juegos.

“Tokio es una ciudad segura. Todas las mediciones de radioactividad en el aire y en el agua no presentan ninguna anomalía. Además, el gobierno va a tomar la responsabilidad de abordar el problema de la fuga de agua contaminada en el mar”, explicó en una carta al COI enviada a finales de agosto el presidente de la candidatura Tsunekazu Takeda.

Sin embargo, la crisis del agua supone una evidente preocupación ya que nadie puede predecir la evolución de Fukushima, en peligro desde el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, hasta 2020.

Las instalaciones también son vulnerables ante una nueva catástrofe natural (terremotos, tsunamis, tifones, etc.), posibles en cualquier momento en Japón y cuyas consecuencias son incalculables.

Al menor temblor que se siente en la región, como ocurrió este miércoles, todo el mundo mira lo que pueda pasar en Fukushima.

Además, todavía quedan trabajos peligrosos por realizar de aquí a 2020, como la delicada operación de retirar el combustible usado de las piscinas de desactivación, operación que comenzará en octubre.

“Existe un verdadero riesgo de ocultación de información sobre Fukushima por los intereses del Estado, Tepco, las industrias y una parte de los medios masivos”, reconoce el periodista y ensayista Takashi Uesugi.

“Por supuesto que hay una posibilidad de que empeore la situación en la central, pero según la fecha de los Juegos se acerque, existirá la tentación de minimizarlo, como ya ocurrió en el pasado”, añadió sobre un sentimiento que comparte gran parte de la sociedad japonesa.

“Deseo que los Juegos se celebren en Tokio en 2020, pero entonces no creo que haya pasado la crisis de Fukushima”, lamentó el ex diputado de centro-izquierda Hiroshi Kawauchi.