El joven estadounidense de la Sinfónica de Chile, Jeremy Kesselman, fue figura importante de la presentación del reciente fin de semana de la agrupación, como solista del Concierto para oboe y pequeña orquesta (1945) del músico alemán Richard Strauss. Su excelente participación en esta obra, se llevó los mayores aplausos del público en dos funciones, que lo hicieron salir a interpretar un ‘encore’.

“Este concierto es uno de mis favoritos y considero uno de los mejor logrados de Strauss. Además, es muy especial para mí porque el profesor de mi Maestro, el ex músico y soldado estadounidense John de Lancie, inspiró su creación”.

Según el oboísta -que desde julio de 2011 integra la Orquesta Sinfónica de Chile- la obra es compleja y demanda mucha fuerza: “obliga a tocar mucho tiempo sin parar, lo que para el oboe es especialmente difícil y muestra el amplio registro que puede alcanzar el instrumento”.

El concierto de viernes y sábado, fue dedicado principalmente a recordar los 200 años que se cumplen en octubre, del nacimiento de Giussepe Verdi, el más notable e influyente compositor de ópera italiana. Para conmemorar este importante hito, la Orquesta Sinfónica de Chile interpretó la obertura de la ópera Nabucco, bajo la dirección del músico británico Andrew Gourlay, quien se despidió del público santiaguino al cabo de cuatro impecables presentaciones.

Al culminar la programación, el público escuchó la Sinfonía N°3 de Johannes Brahms, catalogada por Eduard Hanslick, uno de los más respetados críticos del Círculo de Viena hacia fines del siglo XIX, como “la sinfonía heroica del compositor alemán”. Gourlay condujo a la Sinfónica con mano maestra y él y sus dirigidos se retiraron en medio de nutridos aplausos del escenario del Teatro Universidad de Chile.