Una delegación de representantes de la Autoridad reguladora del sector nuclear y expertos debía llegar la mañana del viernes a Fukushima para constatar con sus propios ojos las fugas de agua radiactiva, indicó un portavoz de la instancia.

Un grupo de 15 personas (un alto miembro de la autoridad, Toyoshi Fuketa, con nueve colaboradores y cinco especialistas externos de radiaciones y corrientes de agua) debía llegar a las 11H00 locales (02H00 GMT) al lugar y permanecer una hora y media.

El objetivo de la visita es ver los charcos radiactivos y otras anomalías consecuencia de una fuga de 300 toneladas de agua altamente contaminada de un enorme depósito de mil toneladas que ha dejado escapar un tercio del líquido que contenía antes de que se dieran cuenta los obreros el pasado lunes.

Esa agua se extendió e infiltró en el suelo e incluso llegó parcialmente hasta el océano Pacífico, distante más de 500 metros.

Este incidente fue calificado de “grave” por la autoridad reguladora, que el miércoles decidió pedir consejo a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) para clasificarla con nivel 3 en la escala internacional de eventos nucleares (Ines). El nivel 3 corresponde a la emisión de importantes cantidades de sustancias radiactivas en el lugar.

Tepco afirma que ha realizado un control de otras 300 cisternas del mismo tipo que contienen agua muy contaminada pero no ha encontrado más fugas. No obstante, dos puntos de muy fuerte radiactividad, que pueden deberse a fugas anteriores, fueron detectados cerca de dos depósitos.

La delegación de la autoridad también debería examinar otro problema, la importante cantidad de agua atascada desde hace más de dos años en el subsuelo entre los edificios de los reactores y el mar, un líquido que también se vierte al mar desde hace meses, como Tepco ha acabado reconociendo recientemente. Esta agua está siendo bombeada, aunque con dificultades técnicas.

La mañana del viernes, el conjunto de los 28 pozos de extracción de esta agua por bombeo estaban instaladas. Esta agua será filtrada y utilizada de nuevo para refrigerar combustible atómico fundido en tres de los seis reactores de la central.

Aunque numerosos expertos consideran que las ultimas fugas tienen probablemente efectos marginales en la contaminación marina comparado con las emisiones radiactivas registradas en el momento del accidente provocado por el tsunami del 11 de marzo de 2011, los temores de la población han aumentado.