Las personas en traje de baño sentadas junto al mar en Nueva York ayer domingo abrieron los ojos bien grandes para corroborar que lo que están viendo es cierto: decenas de personas llegan luciendo traje y corbata y vestidos de gala para pasar un día de playa “normal” junto a ellos.

En total son más de 200 invitados de todas la edades que responden a la convocatoria del colectivo Improv Everywhere, especializado en organizar “misiones con escenas de caos y diversión” en la ciudad, y que celebró su “Black Tie Beach 2013″ en Coney Island, la popular playa de Brooklyn (sudeste de Nueva York).

“Es la primera vez que vengo. Una amiga que estuvo el año pasado me invitó. Quiero asombrar a la gente y ser parte de esto. Voy a venir todos los años. Será una suerte de tradición”, cuenta entusiasmada Britney Howse, de 24 años, enseñando el vestido de gala que consiguió por 24 dólares y que puede “sacrificar” bañándose en el mar.

La cita de Improv Everywhere fue en un parque frente a una playa de Coney Island, adonde los participantes llegaron siguiendo las instrucciones de una invitación con reglas claras sobre la vestimenta y el comportamiento a seguir, así como la advertencia de no llevar “espectadores o gente con cámaras”.

“Vamos a pasar un día en la playa vistiendo traje negro y corbata. Todo lo demás sobre nuestro día será normal. Por favor traigan lo que normalmente traerían a la playa (toalla, bolso de laya, herramientas para construir castillos de arena, frisbee, cometas, etc)”, indicaba Improv Everywhere en su sitio internet.

“Si alguien les pregunta por qué están usando ropa formal, respondan sólo que tenían ganas de vestirse bien, que les gusta vestirse así en la playa o simplemente que es divertido. Digan que no conocen a nadie, sólo a unas pocas personas que podrían estar con ustedes. Nunca digan que es una broma, un truco, un encuentro organizado o un evento de Improv Everywhere. ¡Mantengan el rostro serio!”, agregaba.

Para Charlie Todd, que creó el colectivo en 2001, “el primer objetivo de estos grandes eventos es que los participantes se diviertan y que sea una experiencia divertida para aquellas personas que están en el lugar”.

“Una cosa que aprendí de Improv Everywhere es cuán importante es jugar a lo largo de la vida. Enseña la lección de que nunca se es viejo para hacer algo divertido”, indicó a la AFP Todd, de 34 años oriundo de Carolina del Norte y que lleva doce en Nueva York.

“Gente de todas las edades, todas las razas y clases sociales”

Lo que empezó como una idea con sus amigos cuando tenía 22 años se convirtió ahora en su ocupación principal y Todd está orgulloso de los cambios que ha visto desde que nació el proyecto.

“Lo que me gusta es que, a medida que pasaron los años, se volvió muy diverso. Hay gente de todas las edades, niños, abuelo, gente de todas las razas y clases sociales”, explica.

Brian Shober, un músico neoyorquino que participa por primera vez del evento, sale del agua con una sonrisa junto con varias amigas con las que se acercó a Coney Island.

“El agua está estupenda. Es una pena que el tiempo no esté tan tan bueno, pero igual es muy divertido, una gran idea”, dice con la chaqueta y el pantalón negros chorreando.

A su alrededor se suceden las imágenes insólitas, como salidas de una película: dos jóvenes con traje y anteojos de sol pasean al borde del mar con un gran radiocasette portátil escuchando música de los años 1950; una chica con un ajustado vestido de noche color verde juega a la paleta con su amigo vestido de esmoquin.

El resto de la gente, mezclada con ellos, toma fotografías y se divierte con este domingo inusual.

Improv Everywhere tiene su sede en Nueva York y ha organizado desde 2001 más de 100 misiones con escenas de caos y diversión en espacios públicos. Esta fue la cuarta edición de su “Black Tie Beach”.

El evento del domingo en Coney Island guarda algunas similitudes estéticas con la “Cena de blanco” que se organiza en forma anual en París desde hace 25 años y que convoca anualmente hasta a 10.000 personas en prestigiosos lugares de la capital francesa como el Palacio de Versalles o la explanada de la Catedral de Notre-Dame.

En el caso de la ahora multitudinaria “Cena de blanco”, que desde hace un tiempo se celebra también en otra docena de ciudades -en su mayoría europeas-, los participantes reciben a último minuto la indicación sobre el “lugar secreto” donde tendrá lugar el elegante picnic al que deben ir vestidos totalmente de blanco y llevar hasta la mesa en la que cenarán.

Arin Sang-uray

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