El destacado arquitecto perteneciente al proyecto de la restauración de la Iglesia San Francisco de Valparaíso, Igor Rosenmann, envió una carta abierta a BioBioChile para denunciar el mal manejo del proyecto por parte del Estado:

Con mi oficina de arquitectura ganamos la licitación pública del proyecto de diseño de restauración de la Iglesia San Francisco del cerro Barón, incendiada recientemente por tercera vez, que incluía el templo y convento, con todos sus obras de especialidades concurrentes (Resolución n° 650 DA-MOP Valparaíso del día 1 de septiembre 2009). Ésta fue adjudicada por 77 millones 400 mil pesos, pertenecientes a honorarios profesionales.

La planificación tomó un año y 7 meses en desarrollarse, con 5 etapas de elaboración, iniciado con una ardua investigación histórica, levantamiento crítico, varios análisis de laboratorio, diagnóstico acabado de lesiones y daños estructurales, desarrollo del anteproyecto y terminando con resultado definitivo y los sub-proyectos de estructura, electricidad, iluminación, instalaciones sanitarias, evacuación de aguas lluvias, climatización y sus coordinaciones, con más de 300 planos en total, además de una acuciosa y exigente inspección fiscal. Casi finalizada la última etapa, el 2 de septiembre de 2010 el templo se incendió, al igual que en 4 de febrero de 1983.

Se continuó con el proceso hasta entregar todo de acuerdo al contrato inicial, pero para agilizar los tiempos y “economizar”, la Dirección de Arquitectura del MOP, decidió licitar la construcción con el sistema de pago contra recepción, de modo tal que la reconstrucción de la nave quemada, la haría la empresa que ganara el concurso público. De esta forma, el proyecto completo pasa a hacer, “por arte de magia un ante-proyecto” que finalmente patrocina el arquitecto de la empresa que se adjudica la licitación ante la municipalidad.

Durante el periodo de edificación, se hicieron modificaciones, y aunque en esencia es lo mismo, muchas de los cambios no estuvieron acorde con los principios contemporáneos de una restauración, ni fueron congruentes con la indagación y desarrollo técnico-proyectual,de 19 meses y pagado por el fisco, que desarrolló con fruición, rigurosidad y completa dedicación el excelente equipo de profesionales.

Siempre las tragedias dejan abierta oportunidades y ésta es una, porque la iglesia podría reconstruirse basándose y aprovechando a cabalidad lo invertido, y de pasada haciendo justicia por los profesionales autores del proyecto original…¡oleado y sacramentado!