Al menos 61 personas murieron y más de 300 resultaron heridas en una serie de atentados este sábado en Irak durante las celebraciones del fin del ramadán, una de las más sangrientas de los últimos años, indicaron las autoridades.

Unos 16 coches bomba estallaron en varios barrios de la capital, tanto sunitas como chiitas, en tanto que uno explotó en Tuz Khurmatu, a 175 km al norte de Bagdad, y otro en Nasiriya, a 300 km al sur de la capital.

Estados Unidos calificó a los autores de los ataques como “enemigos del Islam”. El Departamento de Estado que los carros bomba que estallaron en varios cafés y mercados en Bagdad, así como otras explosiones y tiroteos, fueron ataques “cobardes (…) dirigidos contra familias que celebraban el Eid al Fitr”, fiesta que marca el fin del ramadán.

“Los terroristas que cometieron estos actos son enemigos del Islam y enemigos comunes de Estados Unidos, Irak y la comunidad internacional”, agregó la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki.

Al menos 37 personas murieron y más de 300 resultaron heridas en Bagdad; en Tuz Khumartu murieron nueve personas, entre ellas tres policías, y en Nasiriya hubo cuatro víctimas fatales, según fuentes policiales y médicas.

Entre los blancos en la capital iraquí se cuentan tres mercados, dos cafés y un restaurante, atacados por grupos sospechosos de estar relacionados con Al Qaeda.

El mes del ramadán fue particularmente sangriento en el país con más de 800 muertos, según un balance establecido por la AFP.

Según Naciones Unidas, más de mil personas murieron en julio víctimas de la violencia, en el balance mensual más elevado de los últimos cinco años en Irak.

Este mismo sábado más temprano cinco personas murieron en distintos episodios de violencia en Irak, dos de ellos en Bagdad.

Según expertos, los actos de violencia podrían ir en aumento debido a la parálisis política del gobierno, mientras el país se repone difícilmente de varios años de una guerra que dejó miles de muertos.

Durante el mes sagrado del ramadán suele incrementarse la violencia, dado que los yihadistas estiman que sus ataques están más justificados, según los expertos. Pero este ramadán fue más violento que en el pasado.

Las autoridades gubernamentales atribuyen este incremento de los ataques al conflicto que asola la vecina Siria y acusan habitualmente a países extranjeros de fomentar la violencia.

Pero la crisis política que opone a la mayoría chiita con los sunitas, que dominaban bajo Sadam Husein, sirve también a los intereses de los extremistas.

Los sunitas, que acusan a las autoridades de querer marginalizarlos políticamente, llevan a cabo manifestaciones desde fines del año pasado, acusando al gobierno de llevar a cabo detenciones arbitrarias.

El gobierno hizo algunas concesiones, liberando a varios miles de presos y aumentando el salario de los combatientes sunitas que luchan contra la red Al Qaeda.

Pero los atentados a gran escala volvieron a golpear desde abril, luego de que las autoridades mataran a decenas de manifestantes sunitas en Hawija.

Además, el gobierno se muestra incapaz de asegurar los servicios básicos, en particular una inestable energía eléctrica, y muy pocas leyes fueron adoptadas desde las elecciones legislativas de 2010.

El gobierno iraquí es teóricamente un gobierno de coalición en el que todos los grandes partidos están representados, pero sus dirigentes pasan la mayor parte del tiempo intercambiando críticas e intentando hacerse con los ministerios.