Este jueves el gobierno japonés anunció un recorte de los gastos de 62.000 millones de euros en dos años, lo que parece estar en contradicción con la política económica del nuevo gabinete destinada a reavivar la alicaída economía.

Este proyecto presupuestario que se prolongará hasta marzo de 2016, quiere evitar que la deuda en Japón (que con el 245% del Producto Interno Bruto (PIB) lo convierte en el país más endeudado del mundo desarrollado) no se vaya de las manos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a reclamar el lunes a las autoridades niponas un “plan presupuestario a medio plazo creíble” para reducir esta deuda colosal, que tiene la ventaja de estar en el 90% en manos de los japoneses.

El proyecto presentado el jueves por el gobierno de Shinzo Abe confirma la intención de las autoridades de reducir a la mitad el déficit público entre marzo de 2011 y marzo de 2016, sin contar los intereses del pago de la deuda.

Pero la situación se ha agravado desde el último informe que se realizó hace tres años, por lo que Tokio se ha visto obligado a tomar una decisión drástica: reducir en 8 billones de yenes (62.000 millones de euros) el déficit público (sin intereses de la deuda) acumulado entre abril de 2014 y marzo de 2016.

El informe no tiene en cuenta las eventuales subidas de impuestos, entre ellos el posible aumento del IVA entre un 5% y un 8% en abril de 2014- pese a que este esfuerzo repercutirá en la reducción de los gastos que podría superar el 4% por año.

Los ingresos fiscales aumentarán “si la economía prosigue su recuperación, pero su contribución al saneamiento de las finanzas será limitado”, dice Hideo Kumano, economista del Instituto de investigación Dai-ichi.

Además, el plan del gobierno “se basa en una previsión de crecimiento muy optimista” del 2% anual, advierte.

Desde principios de año, la economía japonesa ha vuelto a crecer, sostenida por un consumo robusto y una ligera mejora de las exportaciones, pero muchos observadores, entre ellos el FMI, prevén una desaceleración a partir de 2014.

Las autoridades no han desvelado por el momento los detalles de las medidas de austeridad que van a llevar a cabo, pero sin duda serán dolorosas, pese a que el nuevo gobierno conservador había anunciado que la solución era más bien aumentar el gasto.

El gobierno ha consagrado más de 40.000 millones de euros para obra pública en su presupuesto para el año fiscal que va de abril de 2013 a marzo de 2014, lo que se suma a una cantidad parecida en un plan de incentivación anunciado en enero.

“No tenemos ningún plan de llevar a cabo una política de austeridad para lograr el equilibrio presupuestario. Lo conseguiremos con el crecimiento”, dijo el ministro de Finanzas Taro Aso.

La recuperación presupuestaria era el primer pilar de la estrategia que Abe anunció a su llegada al gobierno en diciembre pasado, y que suscitó el interés de Europa hundida por las políticas de austeridad.

Esta política, que ha sido bautizada por la prensa como “Abenomics”, tiene otros dos pilares: una política monetaria del Banco de Japón (BoJ) consistente en inundar el mercado de dinero y reformas estructurales para incentivar el potencial de crecimiento. Aunque fueron consensuadas en junio, todavía hay que ejecutarlas.

El BoJ confirmó el jueves su política monetaria y el gobernador Haruhiko Kuroda, designado por Abe, prometió que mantendrá su política de compra masiva de deuda del Estado.

Su objetivo es duplicar en dos años la masa monetaria de Japón, es decir, la liquidez en circulación y las reservas obligatorias de los bancos, para alentar a las empresas a que inviertan, a los particulares a gastar y poder sacar a la tercera economía mundial del círculo vicioso de la deflación.

El tercer pilar de la estrategia de crecimiento prevé en particular desregular, reestructurar el sector agrícola y alcanzar acuerdos de libre comercio con la Unión Europea y Estados Unidos entre otros.

Pero estas reformas tendrán que “ser concretas y de gran envergadura” para evitar que la política descarrile, advirtió el FMI el lunes.