La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, cargó el martes en el Consejo de Seguridad de la ONU contra la falta de “eficacia” de ese órgano que preside este mes su país, y pidió “fortalecer” la cooperación entre organismos regionales y Naciones Unidas.

La mandataria lideró un debate en la sede del Consejo de Seguridad en Nueva York en el que participaron el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, cancilleres y varias organizaciones del mundo emergente como Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y la Unión Africana y la Liga de Estados Árabes.

“Tenemos un nuevo mundo. No se puede enfrentar un nuevo mundo y una nueva realidad con viejos métodos porque no nos van a dar una respuesta”, dijo Fernández al pedir “revisar” el funcionamiento de la instituciones de la ONU en general y “en paticular el Consejo de Seguridad”.

El Consejo de Seguridad está integrado por 15 Estados miembros, de los cuales cinco son permanentes con poder de veto (Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido y China), y diez rotativos, con un mandato temporario de dos años y repartidos de manera geográfica.

Este formato con veto originado en la Guerra Fría impide, según Argentina y muchos otros países, una resolución consensuada de los conflictos, ya que basta el rechazo de un miembro permanente para bloquear una iniciativa o resolución.

En la actualidad, los miembros permanentes con poder de veto “obturan la verdadera resolución de los conflictos”, afirmó la mandataria, oponiendo los resultados de Unasur, donde se trabaja por consensos.

Durante su discurso, en el que volvió a plantear el reclamo argentino por la soberanía de las islas Malvinas, la jefa de Estado recordó cómo Unasur, creada en 2008, resolvió problemas entre países de la región (como fue el caso con Colombia y Venezuela), así como conflictos internos (como ocurrió con Bolivia y Ecuador).

En ese marco, Fernández de Kirchner indicó que se deben explorar “acciones para fortalecer las relaciones bilaterales entre las Naciones Unidas y estas asociaciones”.

Unasur y Celac, por primera vez en el Consejo de Seguridad

Al abrir las discusiones, el secretario general de Naciones Unidas destacó la importancia de “trabajar juntos para prevenir y manejar crisis” y recordó la “larga historia” de cooperación entre la ONU y organizaciones latinoamericanas en misiones para resolución de conflictos y el mantenimiento de la paz.

El responsable admitió que “siempre hay espacio para mejorar”, mencionando por ejemplo la necesidad de desarrollar una “respuesta más rápida” para prevenir conflictos.

De su lado, el canciller cubano Bruno Rodríguez, cuyo país ejerce la presidencia pro-témpore de la Celac -presente por primera vez en el Consejo de Seguridad-, puso de relieve a su turno el trabajo de América Latina para buscar un “equilibrio entre la unidad y la diversidad” de sus pueblos.

“Es hora de que nuestra región concurra al equilibrio del mundo con todo el peso de sus casi 600 millones de habitantes”, dijo Rodríguez, manifestando el compromiso de América Latina con “la construcción de un orden internacional más armónico”.

Por Unasur, la ministra de Relaciones Exteriores de Perú, Eda Rivas, recordó al igual que Kirchner el “importante rol” del organismo, cuyo país preside actualmente, en la prevención de conflictos y resolución de controversias.

Rivas afirmó que la invitación de Unasur al Consejo de Seguridad, era un “reconocimiento” al trabajo de la organización regional, que busca tener una “estrecha cooperación con las Naciones Unidas y establecer un “fluido vínculo con el Consejo de Seguridad”.

Un optimista Estados Unidos y un Reino Unido más crítico

En representación de Estados Unidos, la nueva embajadora ante la ONU, Samantha Power, afirmó que la administración del presidente Barack Obama “ha intensificado la cooperación con todas las organizaciones regionales”, a los que considera “socios valiosísimos, pues tienen también ellos la responsabilidad del mantenimiento de la paz”.

“Los vecinos suelen tener urgencia a la hora de resolver los conflictos regionales”, afirmó, recordando que fue la Liga de Estados Árabes la primera que alertó sobre los excesos del régimen del derrocado exlíder libio Muamar Gadafi.

Por último, el embajador del Reino Unido ante la ONU, Lyall Grant, fue más crítico, con un discurso que se centró en las “dificultades” y mencionó las situaciones en las que las “posiciones de diversas organizaciones pueden diferir” o “van en contra” de Naciones Unidas, como ocurrió en Costa de Marfil en 2010 y 2011.

Grant también hizo referencia a la cuestión de la “capacidad” de los organismos regionales, señalando que éstas “tienen a veces la voluntad política pero no los medios financieros” para actuar.