Una serie de atentados coordinados dejó más de 40 muertos y un centenar de heridos en Irak, principalmente en Bagdad, en momentos en que el ejército lleva a cabo importantes operaciones contra Al Qaida en el norte del país.

En Bagdad, al menos ocho coches bomba y varios artefactos explosivos estallaron en diferentes barrios al comenzar la noche este martes.

Al norte de Bagdad un coche repleto de explosivos devastó hacia las 22:30 locales (15:30 hora chilena) una calle comercial de una localidad de los alrededores de Baquba, capital de la provincia de Diyala.

Además, al menos seis personas murieron el martes, de los cuales dos extremistas ultimados en la región de Muqdadiya, al noreste de la capital, cuando transportaban explosivos en dos camiones, informaron las autoridades.

Estos atentados se producen ocho días después de una serie de ataques coordinados con coche bomba contra barrios de mayoría chiita de la capital y del sur del país, que habían dejado unos 60 muertos.

Unas 1.000 personas murieron en julio en incidentes violentos, el peor balance mensual desde 2008, según un informe publicado por la ONU.

Según la ONU el balance de víctimas civiles en Irak en el primer semestre es dos veces más elevado que en Afganistán, signo de la degradación de la situación.

Los atentados de fin de julio fueron reivindicados por una facción de Al Qaida que afirmó igualmente ser la autora del espectacular ataque a mediados de julio contra dos prisiones que permitió liberar a más de 500 prisioneros.

Desde hace varios días las fuerzas de seguridad llevan cabo importantes operaciones contra los grupos armados en varias provincias del país, en particular en el noreste en donde los atentados son casi cotidianos.

Este martes tres divisiones del ejército iraquí, es decir más de 30.000 militares, continuaban operando en el norte del país, en las montañas de Himreen, según el general Abdulamir al Zaidi, comandante de las Fuerzas Armadas de la región norte.

“Se trata de la mayor operación militar desde la partida de las tropas estadounidenses” en 2011, indicó. La operación sigue su curso y tiene por objetivo detener a militantes vinculados a Al Qaida.

El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, afirmó el martes en un comunicado que esas operaciones continuarán “hasta la eliminación del terrorismo”.

“No abandonaremos a nuestros hijos a esos asesinos y a los que los apoyan, en el interior como en el exterior” del país, agregó.

La minoría sunita, en el poder durante el régimen de Sadam Hussein, lanzó a fines de 2012 una campaña de protesta contra el gobierno, de mayoría chiita, acusado de querer monopolizar los poderes y por proceder a detenciones arbitrarias.

La guerra en la vecina Siria, que opone igualmente a los rebeldes sunitas a un grobierno vinculado al Irán chiita, también alimenta las tensiones intercomunitarias en Irak.