No es fácil conciliar profesión e ideales, menos en más de 90 años de vida destacada y en un mundo tan cambiante. Pero ese es el caso de Castillo Velasco.

Nacido en 1918, estudió arquitectura en la Universidad Católica, formó parte de una de las más prestigiosas oficinas de arquitectura (Junto a Carlos Bresciani, Héctor Valdés y Carlos Huidobro) que haya tenido el país haciendo obras que son parte fundamental del Patrimonio Arquitectónico Moderno (como son las Torres de Tajamar, la Villa Portales y la Universidad Técnica del Estado) para luego destacar con su oficina donde desarrollo un sello propio: hizo los famosos conjuntos de viviendas –condominios- con grandes espacios comunes, donde lo colectivo era tan importante que lo individual, logrando conjuntos armoniosos con la naturaleza. Su arquitectura ha sido ampliamente publicada y difundida. Eso le valió ser Premio Nacional de Arquitectura en 1983, en plena dictadura y siendo un gran opositor al régimen de Pinochet.
Fernando Castillo Velasco fue profesor y luego rector de la Universidad Católica, liderando el proceso de la Reforma Universitaria en esa casa de estudios, siendo el único rector elegido por la comunidad universitaria, con el fuerte respaldo del Cardenal Raúl Silva Henríquez y ratificado por el Vaticano.

Fue 4 veces alcalde de La Reina, a la que le imprimió un sello particular que todavía hoy hace que muchos deseen vivir en ella. Uno de sus dolores era la destrucción de ese espíritu en las últimas administraciones, por ello apoyó decididamente –a pesar de sus años y de su estado de salud- al candidato demócrata cristiano en las últimas elecciones.

Fue ante todo demócrata… y por eso, siendo intendente, autorizó la primera marcha que conmemoraba el 11 de septiembre, pero el gobierno de Eduardo Frei lo desautorizó, por lo que renunció al cargo antes del año de ser nombrado (1994).

Tuvo 4 hijos, dos de ellos militaron en el Mir. Y en especial Carmen, que fue pareja del líder de ese movimiento revolucionario y estaba embarazada y junto a él en el momento de su muerte. Este fue otro de sus grandes dolores. Estuvo exiliado, invitado en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra y Venezuela. Regresa en 1978. Su mujer, Mónica Echeverría es una destacada escritora.

Castillo Velasco, más allá de sus ideas políticas y religiosas (católico), y de su propia arquitectura, es y será un gran ejemplo de consecuencia, de perseverancia y de trabajo. Un ser admirable más allá del lugar desde el que se le mire.