Su documental “El otro día” ha sumado varios premios en Francia, Buenos Aires y Chile, el último al ganar la competencia nacional de FIDOCS 2013. Y lograr que su documental se exhibiera en 10 salas a lo largo del país, algo muy poco habitual para un documental y posiblemente inédito para uno chileno.

En dos horas, Agüero nos muestra su casa con una mirada reposada e intimista, repasando su historia familiar –en particular de su padre- a partir de una fotografía de sus padres besándose en plena luna de miel. Pero este mundo cerrado e introvertido dialoga con las personas que, mientras graba el documental, van tocando el timbre de su casa. Con ellas conversa y luego las visita a sus casas, armando en el proceso sobre un plano de Santiago una verdadera red.

A Ignacio lo visita el cartero, la mujer que barre las calles, una joven que busca trabajo para ser directora de arte, familiares, etc.

¿Qué puede tener de novedoso este documental?

Agüero logra, con su forma calmada y amable, establecer relaciones de confianza, cercanas, con las personas con las que se relaciona (o al menos es lo que vi mientras registró el trabajo de los familiares que trabajaron en el Memorial de los asesinados por la Dictadura en Paine), logrando que, sin entrar necesariamente en profundidades, se “muestren”.

En El otro día, Ignacio logra relacionar su mundo interior con las personas que llaman a su puerta, haciendo así un vínculo con el exterior inmediato, con personas simples, que forman o debieran formar parte de la cotidianidad. Y es posible que aquí esté uno de sus mayores aportes.

En El otro día, Agüero recuerda parte de los grabados y fotografías de Eduardo Vilches hizo desde la ventana de su taller a la plaza Bremen, en Ñuñoa (las estaciones), al cementerio y a la Plaza de Armas de Concepción (si no recuerdo mal en los 80 y 90), entre otros. Relación en la observación sensible, pausada, introvertida; en las texturas y colores, en el profundo vínculo afectivo entre el artista y la “realidad” capturada, observada. Lo que agrega, y muy bien Agüero, es el contacto y las relaciones con los que llegan a su casa-taller.

Ignacio Agüero en su documental muestra –ya que no invita- otra forma de habitar, de vivir. Una vida a otro ritmo, con otra forma de “estar” y de ser, al mostrar interés por relacionarse y saber de todos quienes tocan a su puerta. Así, y al ir a sus casas, establece relaciones con ellas, relaciones más profundas y donde realmente les da espacio a estas personas.

Pero ¿Es posible vivir así en el Chile de hoy?

Él demuestra que sí es posible, pero al mismo surgen las dudas sobre cuántas personas logran entrar durante más de dos horas en este ritmo, en este mundo sutil y sin grandes estímulos, sin efectos especiales ni efectismos sino simple y pausada observación y admiración por lo mínimo. ¿Es posible vivir tan lejos del mall, de la publicidad, del ruido, de la comida rápida, del 3D y los súper efectos de la computación, del contacto casi permanente con las redes sociales y del consumismo?

Agüero muestra de manera soberbia un mundo posiblemente en extinción, donde la sensibilidad –y la curiosidad que quizás tuvimos de niños- y las relaciones humanas cara a cara –y aquí podríamos decir casa a casa- son centrales, son la vida, el corazón.

http://www.youtube.com/watch?v=WSQxrirVYb8